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Otoño, por fin

Los mexicalenses estamos desfasados, cuando debería ser otoño es invierno, cuando debería ser primavera, es verano.

Los mexicalenses estamos desfasados, cuando debería ser otoño es invierno, cuando debería ser primavera, es verano. Por fin bajó el termómetro de los 30°C máxima, como debería haber sido desde el 23 de septiembre, hace un mes, pero ese pequeño INTER en el desierto de San Felipe y el delta del Río Colorado tienen su mejor temperatura, 0 grados, ni frío ni calor, como dicen los sanfelipenses. Ahora a sacar suéteres y chamarras, los “dandys” sacos y corbatas.



Y mientras en el Norte empiezan los BLIZARDS, esos vendavales gélidos que congelan y sus espesas nieves paralizan las urbes, nosotros la pasamos muy bien con un “rompevientos”. Nuestros otoños templados nos liberan del estrés del ardiente verano cachanilla y nos reinventamos. Desde la multiplicación de carnes asadas hasta la celebración de bodas sin techo, estamos gozando del buen clima. En este período también la humedad deja de ser incómoda y se agradece acentuando el fresco mexicalense.



¡Hasta los desplumados Águilas de Mexicali reaccionaron! Los SOLES están vacunados a los cambios de clima quizá porque juegan bajo techo, pero el resto de los deportes de campo aprovechan el otoño para desplegar sus habilidades. En cuanto a los cazadores, pues damos la bienvenida a la temporada de caza del faisán, la codorniz, el pato y el venado. Los exploradores iniciamos las visitas al desierto que culmina con la floración de primavera si hubo aguas invernales como esperamos este invierno. El escribir esto, don Jesús Fimbres Preciado me dice que empezaba a llover en su feudo de Rancho Grande, Sonora. Esperaba dos pulgadas el martes 19 de noviembre y por la tarde noche empezó a llover aquí.



El Grupo Explorador Universitario, GEU, regresamos de dos días en el desierto sanfelipense en donde cocinamos rico y avistamos borrego cimarrón (fotos en FB), águila, búho de orejas y otra fauna, los animales también reaccionan al cambio de clima. A todos los intrépidos y algunos ignorantes y hasta suicidas que se internan durante el verano al desierto y quedan varados, ahora es el tiempo de visitarlo. Pero nunca solos y sin ir en varios vehículos en perfecto estado mecánico, con suficiente agua, comida y comunicación.



No obstante el consejo, si llueve en La Salada, no intentar trasladarse por ella pues su contenido salino absorbe y retiene tanta humedad que los carros se atascan. Si se va al famoso Cañón de Guadalupe, se debe transitar por el camino tradicional que transcurre por la falda arenosa y pedregosa del escarpe juarense. Los mismo si se va a Arroyo Grande o Jaquejel, no cruzar el Sur de La Salada, sino transitar por el antiguo camino de La Ventana. Pero si se visitan las sierras altas, de Juárez y San Pedro, no hay ningún problema con los suelos salitrosos como en el desierto. Allá son otras las precauciones, la de no quedar varado por una fuerte nevada o lluvia corta-caminos.



Mi padre decía “al desierto en el invierno, a las sierras en el verano”, sabiduría del campo.

*- El autor es investigador ambiental independiente.

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