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Ocuparnos

En el país se viven los momentos más difíciles de que se tenga memoria y en nuestro estado no es la excepción.

Somos lo que hacemos

En el país se viven los momentos más difíciles de que se tenga memoria y en nuestro estado no es la excepción, la pandemia, la creciente inseguridad, la pérdida de la quinta parte de la economía en tan solo un trimestre implicará que todos, absolutamente todos resultemos afectados, los gobiernos estatales y municipales tendrán menos recursos y mayores necesidades, eso nos afectará, claro mucha más a los que menos tienen. La tesis de un servidor es la misma: o seguimos siendo parte del problema o construimos juntos la solución, ¿qué estamos dispuestos a hacer?

Empecemos por el principio, es lamentable que hayamos renunciado al derecho y a la obligación de elegir a nuestros gobernantes al grado de que en nuestra tierra 7 de cada 10 bajacalifornianos decidieron no ejercerlo durante el pasado proceso electoral, olvidándonos por completo que lo verdaderamente importante de elegir reside precisamente en la posibilidad de hacerlo, iniciando con ello un importante número de obligaciones que pareciera estamos cada vez menos dispuestos a cumplir; contribuyendo con este desdén se encuentran los partidos políticos que de manera general han dejado de velar por el bien común, quedando su búsqueda solo en lo hueco de la mayoría de sus discursos.

Debemos reconocer que hoy estamos pagando el pecado de nuestra insolencia reflejado en nuestro abandono de la causa pública y traducido en la pereza de nuestra escasa participación y nula exigencia que resultó en permitirle a unos cuantos se encargaran de manejar el destino de todos sin la necesidad de rendirnos cuentas al no existir ni siquiera interés nuestro para que lo hicieran, debe de dolernos nuestra soberbia al haber pensado que los afectados y jodidos por los malos gobiernos eran otros, no nosotros, hoy pagamos por nuestra complacencia idiota, la mía la suya, la nuestra, la del grupo de gente de los que más tenemos y que confiados en nuestras relaciones sociales con los gobernantes dimos por sentado que la democracia solo era el respeto al voto, y no el ser tratados como iguales por cualquier gobierno, independientemente de nuestra situación económica. Si origen es destino debemos empezar reconociendo que lo que estamos viviendo es lo que hemos permitido que suceda, somos lo que hacemos, pero irremediablemente también lo que hemos dejado de hacer.

Hay un componente ético y moral que agrava este abandono por parte de un importante sector de nuestra comunidad, la clase económicamente pudiente, si, esa que no depende del clientelismo político para poder influir en las políticas gubernamentales, este grupo que es a su vez el gran beneficiario de la corrupción pública y privada; mientras nosotros no estemos dispuestos a ser el factor de cambio difícilmente la gente que no puede sino más que velar por el día a día lo hará. Yo soy yo y mis circunstancias o ¿Cuántos denarios te di, cuántos me devuelves?, retomemos el rol que nunca debimos haber abandonado, promovamos una vertebración social a través de la participación ciudadana, ¡abandonemos la zona de confort en la que nos encontramos dejemos de ser cómplices y simples espectadores cómplices!, no hay lugar para la duda, origen es destino; ocupémonos de hacer lo que debemos para lograr el bienestar de nuestra gente, ¡es nuestra obligación! No a la Ley Gandalla; Si al Referéndum.

*El autor es empresario, ex dirigente de la Coparmex Mexicali.

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