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Normalizar la violencia

compartir algo que nos puede suceder a la mayoría de los mexicanos, más a aquellos que vivimos en plazas muy calientes.

compartir algo que nos puede suceder a la mayoría de los mexicanos, más a aquellos que vivimos en plazas muy calientes. La tensión aumenta exponencialmente conforme más cerca se está de las fronteras y, Tijuana es un caso emblemático de la normalización de la violencia. No lo escribo como un defecto de los ciudadanos, sino señalando de lo que somos víctimas. Hace unos días la noticia de un torso humano encontrado en una cajuela fue la gota que me derramó el vaso, de nuevo. Por algún motivo me resultó siniestro y me detuve a leerlo y caí en cuenta que es lo que vengo leyendo en los encabezados de las noticias con hallazgos de cuerpos cercenados, con demasiada frecuencia. Normalizar es un mecanismo de defensa necesario pero invalidante. La guerra convencional y la del crimen organizado son tan equivalentes como distintas. El común denominador es el testimonio del horror, la muerte violenta muy de cerca y frecuente, barbárica. Más recientemente el hallazgo del cadáver embolsado de una mujer me confirmó que si me detengo a leer cada evento criminal en la ciudad, es como para temer salir a la calle. Sin embargo, tenemos que trabajar para sobrevivir y sabemos a lo que estamos expuestos, la normalización que recurre a la omisión de la información del evento criminal del día puede ser necesaria, y hasta sana. En el fondo todos pagamos, en mayor o menor medida, la ansiedad de vivir entre tantos actos violentos. Dime tu colonia y te diré qué tan frecuente escuchas balaceras. Qué tan frecuente aparecerá en tu barrio un cuerpo con señales de tortura. Es más, varios podemos testimoniar una cabeza humana cercana al lugar de trabajo. Esta será una de las más violentas fiestas navideñas en la historia de Tijuana, adiós 2022 con tus más de mil quinientos homicidios dolosos en la siniestrada ciudad. La violencia se hizo endémica y, como las guerras, van muchos años. El desgaste se acumula con cada año que pasa, in crescendo. Entramos a un 2023 con la ola de violencia en aumento, no hemos llegado a la punta aún. Por todo ello normalizar es un recurso mental para no estar en el terror. No confundir con ser indiferentes, no es un problema de actitud, es algo que nos toca en la vida diaria y sabemos que nos está desgastando. La pandemia resultó terreno fértil para más fechorías, tiene lógica. El candidato de la coalición encabezada por MORENA o presenta una estrategia distinta y convincente en seguridad o se puede tambalear ante una propuesta de orden y justicia fascistoide. Los pobladores estamos cansados, degastados y con miedo. Urge una luz al final del túnel, siempre y cuando no sea la de otro tren.

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