¿No votaste? ¡Mira!
Para que una democracia pueda funcionar adecuadamente, cada vez que se van a renovar puestos públicos, es imprescindible la participación electoral de la ciudadanía.
Para que una democracia pueda funcionar adecuadamente, cada vez que se van a renovar puestos públicos, es imprescindible la participación electoral de la ciudadanía. Es a través del sufragio que la ciudadanía puede influir sobre el proceso político en general y brindar legitimidad a sus autoridades. Si la mayoría de ciudadanos renuncia, por el motivo que sea, a ejercer este derecho, la democracia caería por los suelos, o al menos se desvirtuaría su funcionamiento.
En esta elección del pasado domingo, solo fueron a votar en Baja California, poco más de treinta por ciento de los votantes. Esto no quiere decir que el otro setenta por ciento no voto por lo que quedó o había. Quiere decir que poco menos del setenta porciento es ajeno al proceso social y cultural del sufragio. Póngame usted los pretextos que quiera. A la mayoría de la gente no le importa quien lo haga feliz o quien lo destruya. Es indiferente a todo lo que le rodea, y a las principales reglas de convivencia existentes.
Y bueno, todo tiene un costo, principiando por la legitimidad de este derecho. De ahí tanto estímulo y propaganda para que la gente vaya a votar. Si la abstención no es abrumadora, la democracia puede subsistir sin grandes problemas. Aunque en términos de legitimidad es preferible una copiosa asistencia a las urnas, se considera que quien voluntariamente desiste de su derecho a votar, por la razón que sea, automáticamente transfiere ese derecho a quien si acepta ir a las urnas. Es decir, el derecho de los abstencionistas a elegir a sus gobernantes no es desechado, sino voluntariamente transferido a otros. Les guste o no les guste a muchos.
En realidad, la mayoría de los ciudadanos en las democracias tiene pocas motivaciones para asistir a las urnas. Por un lado, a la gran mayoría de los ciudadanos no les interesa la política como prioridad; otras actividades ocupan su atención antes que la política.
Bueno, ¿Y los ciudadanos que si van a las urnas? La respuesta tiene que ver con ciertos valores cívicos en las democracias, los cuales insisten en la importancia del sufragio para la preservación y buena marcha de la democracia. En la medida en que se tenga la idea de que la democracia contribuye a la defensa y promoción de sus intereses cívicos más inmediatos, muchos ciudadanos llegarán a la conclusión de que asistir a las urnas es un costo menor que hay que pagar en relación con las ventajas que trae consigo el orden democrático.
En la decisión que toma cada ciudadano de asistir o no a las urnas, están involucradas numerosas variables y circunstancias, comenzando por la educación y la cultura. Por eso mismo no es fácil predecir el nivel de votación que habrá en cada elección. Solo en ocasiones se conocen ciertos datos que permiten hacer un pronóstico aproximado (como la importancia política de la elección, la relevancia de los programas en disputa o el nivel de competencia real que se presenta entre los aspirantes al poder.
*El autor es Licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC
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