No sé Rick…
Es tanta y tan brillante la luz, que encandila. A la mayoría, impide ver con claridad. Menos entre tanta verborrea, fastuosidad y parafernalia, rodeado de funcionarios e invitados afines.
Es tanta y tan brillante la luz, que encandila. A la mayoría, impide ver con claridad. Menos entre tanta verborrea, fastuosidad y parafernalia, rodeado de funcionarios e invitados afines. El escenario fue cuidado de manera meticulosa todos y cada uno de los detalles. Auditorio selecto, sonido adecuado, pasarela iluminada, enormes pantallas curvas, micrófono de diadema, blusa impecable, maquillaje discreto. Transmisión en vivo, redes y empleados al tiro, replicando y multiplicando. Nada podía salir mal.
El anuncio por parte del gobierno actual de la continuidad a un proyecto de la administración de Jaime Bonilla Valdez que contempla la construcción de un tren interurbano entre Tijuana y Rosarito, de 21.6 kilómetros de trayectoria y una inversión de 3,600 millones de dólares, a precios actuales e incluyendo dos edificios de al menos 60 y 80 pisos, respectivamente, suena, dicen quienes lo promueven, ambicioso. Serían los más altos del país.
Pero, más que ambicioso, hay quienes lo consideran, por decir lo menos, fantasioso.
Por supuesto que, de hacerse realidad, lo cual deseamos, sería maravilloso. Generaría al menos 10 mil empleos y daría a la Zona Costa de Baja California, otra dimensión económica. Millones de dólares se moverían a nuestro estado y los inversionistas del mundo, volcarían sus miradas y mudarían sus oficinas a esta región.
Sin embargo, hay cosas que no terminan por convencer, sobre todo cuando en el proyecto no se tomó en cuenta, para nada, a la autoridad municipal que es la primera responsable para otorgar los permisos de construcción y otros derechos sin los cuales, simple y sencillamente no podrán colocar una sola piedra y menos un miserable riel. Claro que con un poco de presión y una foto con su respectivo intercambio de abrazos y sonrisas, todo se puede arreglar y los documentos aparecen firmados.
Pero, además, hay otros puntos que vale la pena destacar y que generan más preguntas, las cuales necesitan, obligadamente, de respuestas para darle seriedad y confianza a un tema en el que se está jugando gran parte de la credibilidad y confianza al gobierno de Marina del Pilar Ávila Olmeda. Aunque es una inversión privada, no cumplirlo la exhibiría como una funcionaria y un gobierno falso y mentiroso o, lo menos, “chamaqueado”.
De entrada, basta entrar al buscador de Google para conocer los antecedentes de Jeca Railway, la empresa promotora del proyecto del Sky Tren Baja, donde aparece como director Alfredo Acosta Gómez, y el servicio nos arroja que la empresa que habla de una inversión de más de 70 mil millones de pesos, ni siquiera cuenta con página web. Eso sí, fue legalmente constituida apenas el 30 de noviembre del 2020 y está registrada ante el SAT como persona moral con el Registro Federal de Causantes JRC201130DE4.
Acosta Gómez, según Linkedin, aparece como presidente de la empresa JECA, Experiencias Tecnológicas, que, ésta sí, con página web jeca.mx con la advertencia (No seguro), se define como una compañía con amplia experiencia en soluciones integrales, tecnologías de información, procesos de negocio y apego a las mejores prácticas de la industria. Su domicilio es Patriotismo 399, San Pedro de Los Pinos, 03800 en la Ciudad de México.
Acosta Gómez, presidente de la recién nacida empresa ferrocarrilera, fue quien tuvo a su cargo la presentación del proyecto. Una presentación, por cierto, muy deficiente que, más que generar confianza y entusiasmo entre los empresarios asistentes, provocó todo lo contrario. Su exposición, con excesos de los “este….este…este” y su abrupto final, planteó más dudas y trajo a la memoria el exitoso programa producido en Las Vegas, Nevada, “El Precio de la historia” y la famosa frase…”No se Rick… parece falso”.
Deseo fervientemente que ésta, mi opinión, esté equivocada.
PALABRA DEL MESÍAS:- Con displicencia total, sin rubor alguno, a la voz del Tlatoani mayor, los súbditos se repliegan y se agrupan para cantar la mismas coplas y girar con las mismas maromas. México, aunque lo nieguen, marcha hacia una militarización que alienta a diario López Obrador. Más de 80 mil soldados disfrazados de Guardia Nacional se han apoderado de las carreteras, aduanas, aeropuertos y puertos del país. No han logrado imponer respeto. El miedo sigue siendo su sello.2 de octubre, no se olvida, tampoco el “halconazo”. Regresarlos a los cuarteles, luego de regalarles tanto poder y dinero para que lo protejan, será imposible. “Cambié de opinión”, dijo con su sonrisa socarrona, mientras sus corifeos en el Senado y la Cámara de Diputados, le aplaudían a rabiar. Cuatro años después, el mismo hombre que exigía como ciudadano y prometía como candidato regresar a los soldados a los cuarteles, hoy les ofrece un enorme manto de impunidad color verde olivo que cubrirá con amnesia sus excesos pasados y presentes, por los siglos de los siglos…amén. Es Palabra del Mesías.
*El autor es periodista con 45 años de experiencia, licenciado en periodismo, asesor en comunicación y marketing político, consultor de medios
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