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Mujeres al borde del ataque de Bonilla

Una semana envuelta en una tormenta de acontecimientos en Baja California, que nos obligan a repensar la situación política que vivimos.

Una semana envuelta en una tormenta de acontecimientos en Baja California, que nos obligan a repensar la situación política que vivimos.

Dos casos nos llaman la atención: las acusaciones de la alcaldesa de Tecate, Zulema Adams, por amenazas, en contra del gobernador Jaime Bonilla y su secretario General de Gobierno, Amador Rodríguez Lozano y la furibunda reacción en su contra.

Otro: la liberación de la caseta de cobro de Playas de Tijuana y el desalojo de manifestantes y empleados estatales por parte de la Guardia Nacional, unas horas después, lo cual generó un nuevo frente contra funcionarios federales, luego de que el gobernador Bonilla pidió la destitución del secretario de Comunicaciones, Javier Jiménez Espriú.

En esta columna nos encargaremos del tema de las desairadas mujeres en el poder, y la próxima semana hablaremos de Jaime “El Kid” Bonilla.

La inmediatez es un valor periodístico muy importante y ahí solemos concentrarnos los reporteros, en algunas ocasiones, pero, hay casos de análisis como la relación construida por el gobernador con las mujeres que vale la pena observar hacia atrás, para entender el contexto de su vendetta contra la Alcaldesa de Tecate.

En el comportamiento de Jaime Bonilla y su círculo inmediato se han dado casos diversos, con características muy dispares, pero, que entre sí guardan un denominador común, las más vulnerables, acosadas y vilipendiadas han sido las mujeres, como el caso de Cynthia Gissel García Soberanes, ex secretaria de Bienestar, quien dejó el gobierno por la puerta trasera acusada de participar en un escándalo de moches, bueno, desde el propio gobierno se creó la pantalla de que había caído en coma.

Contra la senadora recién expulsada de Morena, Alejandra León, han sido muchos los embates desde las oficinas del gobierno estatal y el propio Bonilla se ha subido al ring en innumerables ocasiones contra esta representante popular, con la que, por cierto, hizo fórmula en las elecciones federales del 2018.

También se documentó el diferendo público entre la directora del Semanario Zeta, Adela Navarro y el secretario general, Amador Rodríguez Lozano, quien invadió la vida privada de la periodista y posteriormente, salió a ofrecer una disculpa pública.

Otro caso de enfrentamiento entre Jaime Bonilla y una mujer lo protagonizó contra la delegada del IMSS en Baja California, Desiree Sagarnaga, a quien acusó públicamente de que nunca la había visto trabajando y que no se había puesto las pilas para atender la pandemia en esta entidad.

Si de “cacería” contra la corrupción del gobierno de Kiko Vega se trata, adivinó usted, la mayor “fuerza” jurídica ha sido direccionada hacia Brenda Ruacho, esposa del ex gobernador, no contra el propio Vega. Incluyendo un mediático cateo en su casa, buscando documentos del DIF estatal.

Sin embargo, hay en el caso protagonizado en la última semana contra la Presidenta municipal de Tecate un tufo de misoginia, amén de sus diferencias políticas, al acusarla de dedicar mucho tiempo en su arreglo personal como mujer. Bonilla va de tropiezo en caída y una buena parte de ello, considero, se basa en sus yerros para comunicarse con la ciudadanía en un orden macrosocial y en sus relaciones interpersonales, para muestra estos botones femeninos.

No se trata de misoginia, de criticar a las mujeres, de ser sexista, reitera Bonilla, siempre acompañado de un: es que la alcaldesa de Tecate no trabaja.

Hace como pato, camina como pato, tiene plumas de pato, aunque diga que es pollo, es cua cua, gobernador.

La verdad sea dicha.

* La autora es directora del portal MF Noticias Mexicali.

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