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Maradona o la enajenación popular

Un servidor, desde los seis años, es un apasionado del futbol.

Un servidor, desde los seis años, es un apasionado del futbol. Desde pequeño en que fui a ver un partido en el estadio de Ciudad Universitaria, entre Atlante y Chivas, allá por 1964, soy fiel seguidor del Rebaño Sagrado. Me tocó ver jugar al ¡Campeonísimo! Un poquito atrás en cariños, aunque varios se enojen, tengo mi plan “B”, que son los Pumas, el equipo de mi Alma Mater. Soy Chiva ¡Y qué!, pero el otro equipo no se queda muy atrás porque ¡Cómo no te voy a querer!

Ya adolescente, tuve la fortuna de contar con plateas en el Estadio Azteca, y no me perdía partidos los jueves, los sábados y los domingos. Fui al partido por el tercer y cuarto lugar en el México 70, entre Alemania y Uruguay. Además, jugué fútbol 40 años. No me retiré, me retiraron los años y ya cierto sobrepeso que me hacía ver cómo me pondría años más tarde. Y me creía yo muy fanático, tirándole a enajenado. Pero lo que estoy viendo que sucede en Argentina con la lamentable muerte de Maradona, me hace replantearme la condición de mi hobby.

El ser humano de hoy es medio enajenado. Sus acciones se han convertido en algo que ya no le pertenecen; se levantan por encima de él y lo dominan, en vez de ser dominadas por él. Sus fuerzas vitales se han transformado y han llegado a ser ídolos, como el dinero o como Maradona. “No son vividas como el resultado de los propios esfuerzos, sino como algo separado de él, algo que adora y reverencia y a lo que se somete” (Erich Fromm).

Es por eso, creo yo, que vivimos tanto desastre, llámese crisis de valores, económicos, falta de liderazgos, etcétera. Habría que conseguir, ser coherentes, porque la cultura y la educación, lo que verdaderamente importa en la vida, nos ayudan a liberarnos de esa enajenación. La auténtica y olvidada cultura, la que se basa en valores, se tiene que practicar dentro de uno y proyectarse hacia fuera con fuerza, hacia la sociedad. Necesitamos valores y humanismo.

Hemos sido orillados peligrosamente a los caminos que nos alejan de lo que verdaderamente trasciende. Nos hemos dejado alienar por una indecente y obscena sacralización del beneficio del dinero o de muchos falsos profetas (siempre por encima de cualquier otra consideración); y merced a una competitividad extrema, tensiones sin límite, engaños sin fin y olvido de principios y valores. Hoy, nos hemos convertido en algo así como en una especie de marionetas sometidas a ciertos juegos exagerados. Nos hace falta reflexión.

Bueno, dicho todo lo anterior y muy respetuosamente, a mí se me hacen exageradas, ciertas muestras de desesperanza por la muerte de Maradona. Muy buen jugador, excelente; pero dejando mucho que desear fuera de la cancha (Drogas, misoginia, etcétera). Descanse en paz. (Y no es por armar más polémica, pero el día que se muera Pelé, entonces si se va a acabar el mundo. -Y tampoco será para tanto-).

*El autor es consultor en participación ciudadana, desarrollo social y cultura de la legalidad.

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