Los revoltosos periodistas
Cuando se habla de la represión contra los periodistas, hay que agregar que esta clase de castigos oficiales no sólo fue privilegio de los gobiernos del coronel Esteban Cantú y del general Abelardo Rodríguez, ni se dio sólo con puñetazos o con la ley fuga.
Cuando se habla de la represión contra los periodistas, hay que agregar que esta clase de castigos oficiales no sólo fue privilegio de los gobiernos del coronel Esteban Cantú y del general Abelardo Rodríguez, ni se dio sólo con puñetazos o con la ley fuga. En 1932, el periodista José Castanedo, desde su revista Minerva, comenzó su cruzada con el propósito de construir un camino que uniera a Sonora con Baja California. En esta ocasión, se buscó llevarla a cabo por suscripción popular. Castanedo sirvió de vocero y propuso que la gente pudiente, los banqueros, los industriales y comerciantes colaboraran con los salarios de los trabajadores.
En su revista Minerva (mayo 1946), Castanedo recordaba aquella campaña de 1932 que no logró imponerse a las autoridades del entonces Territorio Norte de la Baja California: “En el Teatro Iris de Mexicali se reunió el pueblo bajo la presidencia de los periodistas, hombres de negocios y representantes populares. Allí se acordó pedir la cooperación del Gobierno Local y del Federal, consistente únicamente en la aprobación del plan, respaldo moral y que facilitara el Departamento de Servicios Públicos del Territorio la maquinaria abandonada que había comprado el Gobernador Bernal dos años antes con ese fin y que para nada se empleaba a la sazón. El entusiasmo del mitin fue enorme y la decisión y voluntad populares completas. Se nombró una comisión que entrevistara el Gobernador, que era el Gral. Agustín Olachea; pero este milite casi amenazó a los comisionados con mandarlos a las Islas Marías si insistían en la realización del proyecto y si no convencían al pueblo de que debía prescindir de su idea, “por que —dijo Olachea—, todas estas cosas de comunicar a Baja California con el centro del país, les chocan mucho a los amigos americanos y especialmente a la Colorado River Land Co., y Uds. Comprenden que yo no voy a tolerar que el Gobierno incurra en ese desagrado; además, tengo órdenes del Gobierno Federal de prohibir esa construcción”. Las anteriores palabras por sí solas dan la medida de la situación y de los servidores del gobierno. Así terminó entonces, o se mató mejor dicho, el anhelo popular de bajacalifornianos y sonorenses de comunicar ambas entidades.
Muchos otros gobernantes bajacalifornianos tuvieron serios problemas con la prensa. Así, en el gobierno de Alfonso García González (1947-1953), el enfrentamiento entre los periodistas y el gobernador llevaría a una campaña de hostigamiento permanente contra los periodistas críticos, de tal forma que Armando I. Lelevier mandó, en 1951, una relación a la ciudad de México de los atropellados sufridos por los periodistas durante el régimen de García González, entre ellos asaltos y agresiones contra los “chicos de la prensa”, como se hacían llamar entonces e incluso contra sus familiares: “El director del diario Nuevo Mundo de Mexicali, Eduardo Garza Senande, fue sacado de la dirección del periódico, arbitrariamente, por un agente de Tránsito, rudamente golpeado y llevado a la cárcel en donde permaneció 36 horas incomunicado, siendo declarado inocente por las autoridades correspondientes. Merece capítulo especial el que la respetable señora esposa de Garza Senande, director de Nuevo Mundo, haya sido detenida, conducida a la dirección de Tránsito en donde se detuvo su carro enviándosele a pie a su domicilio. Estos hechos han indignado a la sociedad mexicalense, y ponen de manifiesto que el Gobierno de García González que auspicia todas estas arbitrariedades viene descendiendo a planos que son desdoro para cualquier Administración.” Esto no quedó silenciado por parte de los periodistas, a los que se acusaba de revoltosos y sediciosos, por lo que en la misma carta pública se declaraba que: “los directores de los diarios Nuevo Mundo y El Monitor, ambos de Mexicali, Baja California, manifestaron por medio de sus columnas que se abstenían de concurrir a la comida que se daba al C. Presidente Alemán el pasado día 7, como protesta por la falta de garantías que debería de haberse precisado se constreñían al Norte de la Baja California y no al resto del país.” Pero desde el centro del país, desde la presidencia de la república, nadie movió un dedo contra el gobierno de Alfonso García González, quien siguió amedrentando periodistas y periódicos hasta que salió del poder en 1953. Tal fue la pauta seguida en las relaciones entre prensa y poder en aquellos tiempos, cuando los gobernantes de la entidad reprimían a quienes pregonaban noticias fidedignas, impunidades oficiales, escándalos públicos.
*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
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