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Los imposibles de Amlo

Para estas fechas y aunque a sus seguidores fieles totales les pudiera resultar una afrenta, tiene el Presidente de la República asuntos varios que no va a poder cumplir.

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Para estas fechas y aunque a sus seguidores fieles totales les pudiera resultar una afrenta, tiene el Presidente de la República asuntos varios que no va a poder cumplir. El tiempo se le acabó y ahora tiene que lidiar con los aspirantes al puesto que debe dejar en el 2024, y eso le reducirá más las posibilidades de comenzar a tratar de cumplir con sus promesas de campaña. Al menos en mi caso, lo que me indujo votar por él, fue la tenacidad con la cual su campaña política giró alrededor de la lucha contra la corrupción, el fin de los cacicazgos de los expresidentes, el dicho aquel de que nadie por encima de la ley, y otros tantos temas que siguen presentes y con más vigor.

Durante su campaña que duró varios años, en Tecate iniciamos una lucha sin resultados positivos aún, en contra de la corrupción de dos expresidentes municipales, por peculado y otros varios delitos punibles. A Javier Ignacio Urbalejo Cinco se le denunció, además, de enriquecimiento ilícito; a César Moreno González de Castilla, se le promovió una denuncia penal, ambos están viviendo tranquílamente sin que se les haya molestado. Las cantidades por las cuales se les siguió una investigación no son menores, y podrían ser fácilmente comprobables si se compararan sus declaraciones patrimoniales iniciales, finales y su situación económica actual. En el Estado de Baja California se nos deben las investigaciones a los exgobernadores, que dejaron señales obvias de corrupción y de aprovechamiento personal de las finanzas públicas. Por último, en el nivel nacional, todos los expresidentes de la república podrían ser encontrados culpables de ilícitos si se indagaran sus administraciones. Estos casos no los va, siquiera a investigar, porque no le interesa cumplir con sus promesas, sino que no está comprometido con cumplir con la ley.

En este mismo nivel está la ingobernabilidad en que se encuentra el país. La delincuencia no solo ha ganado presencia en México, sino que hay regiones en las que ellos son los que, de manera práctica, gobiernan las zonas en las que viven. El crimen organizado está presente en todas las actividades económicas de nuestras ciudades. Ahora ya no solo cobran piso, sino que se han convertido en distribuidores de mercancías al comercio en general; se adueñan de almacenes en los puertos y se roban los contenedores, y ya iniciaron con asaltos a las plataformas petroleras. La dinámica social y la seguridad ciudadana dependen de los delincuentes quienes en algunas partes del país, mantienen el orden y la paz social. Nadie roba, nadie asalta, nadie asesina donde ellos quieren tranquilidad.

El país sigue inmerso en la ilegalidad. La corrupción de las administraciones de los tres niveles de gobierno es enorme y siguen teniendo más atención quienes más tienen. Los jueces y todo el aparato judicial se mueven al ritmo que quieren, y los casos se acumulan en los escritorios sin ningún trámite. La justicia no solo está sorda, muda y ciega, sino que también está paralítica. Los ajusticiamientos se dan a plena luz del día, en cualquier parte del país, y nadie los combate. De repente surgen vengadores anónimos que hacen justicia con sus propias manos, mientras que quienes están obligados utilizan sus placas para delinquir. No es el mundo al revés, es la realidad mexicana.

Amlo recibió un país con muchos problemas que prometió eliminar, pero se ha quedado muy corto. No se le ve por ningún lado que vaya a intentar encontrarle solución a todo este caos. Ya hay casos documentados de sujetos que él día en que los atraparon, fue en el que se dieron de alta en la delincuencia. Ya se le ve más oportuno al crimen organizado que al trabajo formal dentro del marco legal nacional. Así que, con esta situación, Amlo no suma sino resta. Vale.

*El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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