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Los hechos, evidencias de un fracaso

Hace 8 días comentaba las acciones que ocurrirían durante las famosas asambleas de Morena, no me equivoqué, tampoco Lupita Mora:

Hace 8 días comentaba las acciones que ocurrirían durante las famosas asambleas de Morena, no me equivoqué, tampoco Lupita Mora: acarreo de cientos de personas, repartición de dinero y despensas, se instruyó de votar por tal o cual persona para consejera o consejero a cambio de la dádiva, en fin el cochinero, sin contar las urnas embarazadas y otras prácticas del viejo PRI, o el bloqueo de carreteras con vehículos incendiados, pero se juran diferentes.

Todo lo anterior me remite a un presidente de la República que día a día habla, habla, habla, critica, critica, critica a quienes no piensan como él y vuelve a hablar. Es Andrés Manuel López Obrador, un crítico de sus críticos. Un hombre que en su discurso de toma de posesión dijo que atacaría a la corrupción e incluso dijo: “Promover una ley para convertir la corrupción en delito grave, que aunque parezca increíble, no lo era”.

Se cumplirán 4 años de su gobierno y solamente hay una persona en la cárcel, Rosario Robles Berlanga, del otro, Emilio Lozoya Austin, supuestamente un testigo que iba a provocar la caída de muchos políticos de diferentes partidos, ahí sigue, sin sentencia, sin juicio, sin cómplices que lo acompañen. Ahora, disque van por Enrique Peña Nieto, bueno al menos eso dice el fiscal general, Alejandro Gertz Manero y el encargado de la Unidad de Inteligencia Financiera, la UIF, Pablo Gómez Álvarez.

En cuanto al tema de seguridad, López Obrador es fantasioso más que imaginativo, porque dijo que al llegar al poder se iba acabar la corrupción y la violencia. Su política de abrazos y no balazos ha sido un demoledor discurso de un pastor cristiano tratando de convencer a cientos de jóvenes a dejar las filas del Crimen Organizado y se acerquen para ser abrazados y reciban una beca de 3 mil pesos mensuales. Por supuesto que se han pitorreado del hombre de Palacio Nacional.

Poco a poco, hemos visto en algunas regiones de país que esa política de abrazos y no balazos está cambiando, tal vez más por quienes han mandado a combatir el crimen que del propio presidente, sobre todo cuando Omar García Harfuch le ha puesto la muestra a López Obrador, al Secretario de la Defensa, de la Marina, al comandante de la Guardia Nacional y a la Secretaria de Seguridad Ciudadana, como detener miembros de Cárteles sin matarlos. Omar García Harfuch, nieto del ex Secretario de la Defensa durante los sucesos del 2 de octubre de 1968, el general Marcelino García Barragán, también ex gobernador de Jalisco.

Ahora sueña con tomar el control de las elecciones con una reforma electoral, deshaciendo al INE, proponiendo que los consejeros electorales sean electos de la misma forma que los consejeros de Morena el sábado pasado, un desmadre: “se acabará la vergonzosa tradición de fraudes electorales. Las elecciones serán limpias y libres (como las del pasado sábado). Quienes compren votos o trafiquen con la pobreza de la gente irá a la cárcel sin derecho fianza” (como quienes actuaron el pasado sábado en muchas regiones del país).

Ese uno de diciembre de 2018 dijo ante el Congreso de la Unión y todos los mexicanos que “iniciaría de inmediato el programa de Intención Médica de Medicamentos gratuitos en las zonas marginadas y se volverá universal en todo el país a mitad de sexenio”. Pasamos la mitad y nada, un INSABI que fracasó y a mitad de sexenio se creó IMSS-Bienestar; decenas de niños y mujeres con cáncer fallecieron por falta de medicamentos. Promesas no cumplidas, los hechos lo demuestran.”.

*El autor es Periodista independiente

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