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Los gigantes desaparecen

Durante más de setenta años, el PRI, partido en proceso de desaparición forzada, gobernó al país como le dio la gana.

Durante más de setenta años, el PRI, partido en proceso de desaparición forzada, gobernó al país como le dio la gana. Sus gobernantes hacían y deshacían a su libre albedrío, imponiendo políticas gubernamentales que primero beneficiaban a sus huestes fieles, y al último, los restos de esas decisiones recaían en el pueblo. No fueron tacaños ni se midieron para instrumentar programas hechos a la medida para ser otorgados de manera directa a sus proveedores, sin hacer concursos de obras como se establece en la ley. Así empoderaron a gente que se enriqueció junto con los funcionarios de primero, segundo y tercer niveles. Estos millonarios de riqueza inexplicable fueron los encargados de perpetuar al partido agonizante en el poder. Los priistas se dedicaron a desviar y despilfarrar los recursos financieros de todas las dependencias de gobierno. Ser funcionario de elección popular o por denominación, era el camino directo hacia la corrupción. Esta podredumbre que fueron construyendo los llevó al fracaso y a su próxima extinción.

Según encuestas nacionales, la aprobación de este partido por el electorado mexicano es casi nula. Después de haber sido beneficiados con números alegres, tienen una caída casi libre hacia el vacío. Su desaprobación es tan grande que ahora están haciendo coaliciones con cualquier partido de los que antes llamaban chiquillada. En su afán por ser vistos y apoyados, se apropian de cuanta bandera política encuentran, para allegarse fortalezas que no existen. Esta singular forma de mendigar los ha llevado a dividirse a tal grado, que las escazas gubernaturas que tienen, están en un alto riesgo de perderlas. Nadie cree en ellos, pero como se aferran a conservar los recursos financieros, son capaces de empinarse para conservarlos. La desbandada hacia el nuevo partido mayoritario mostró la real esencia de sus militantes: son sujetos oportunistas y adoradores de los poderosos vengan de donde vengan.

Para comprobarlo, cada quién, en sus propias localidades, observé dónde andan quienes antes se desgarraban la piel defendiendo a los dinosaurios. Ahora, repentinamente se han convertido en miembros de la nueva mayoría, utilizando los mismos discursos y reproduciendo las mismas actitudes. Siguen siendo los perros falderos de los dirigentes morenos. Los priístas son expertos en bajar la cerviz y en replegarse hacia donde se pueden beneficiar política y económicamente. No van a luchar por recuperar a su otrora partido, ese ya es historia, ahora al estilo de las monarquías francesas dirán: El Rey ha muerto ¡Viva el Rey!

Por es no sorprende que los máximos dirigentes priístas aseguren que ahora son un partido de centro izquierda, socialdemócrata, feminista, ambientalista, enemigo de la discriminación, progresista y aliado de las causas populares. Con esta amplitud de escenarios cualquier mexicano cabe, y quieren aprovechar esta declaración para navegar en las próximas elecciones. Pero, para su infortunio, el PRI y el PAN, los antiguos partidos gigantes, van derechito a la tumba y pronto van a desaparecer del esquema nacional. No dudo que el llorón de Vicente Fox termine siendo miembro de Morena. Con sus traiciones estos partidos echaron por la borda todo lo ganado. Los priístas y los panistas tienen una deuda con el país a la cual no le pueden abonar nada. Su final definitivo solo es cuestión de tiempo. Vale.

* El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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