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Los estragos del Covid en la Educación

Hace tiempo comentábamos en este mismo espacio que el COVID era una especie de circo de 3 pistas en una de las cuales estaba el importantísimo tema de la salud pública... 

Hace tiempo comentábamos en este mismo espacio que el COVID era una especie de circo de 3 pistas en una de las cuales estaba el importantísimo tema de la salud pública, los contagios, muertes y las secuelas que esto conlleva; la segunda pista era el preocupante tema económico que, en virtud del cierre de actividades por temor a los contagios, estaba generando una drástica caída en las principales economías del mundo, pero más grave aún, el desempleo y la falta de recursos en nuestras familias; la tercer pista a la que nos referíamos, era el aspecto social y de seguridad, pues a medida en que se nos obligaba a permanecer encerrados, los problemas sociales se detonaron de una manera alarmante, tanto en materia de violencia doméstica, como en lo referente a ataques sexuales en el propio seno familiar.

Sin embargo, no vislumbrábamos el grave problema que en materia educativa está causando esta pandemia, pues nos imaginamos que todas las familias contarían con un arsenal de computadoras, redes inalámbricas para conectarse y espacios adecuados para que sus 3 o 4 hijos se prepararan cómodamente a seguir las clases que magistralmente y con varios meses de anticipación habrían preparado sus maestros, los cuales tomaron cursos ante la posibilidad de que llegara algún virus que les impidiera impartir sus clases de manera presencial.

Lamentablemente nada de esto es verdad, en la mayoría de nuestras familias no se cuenta con equipo de cómputo ni conexión y si lo hay, es insuficiente para ser utilizado por 4 o 5 estudiantes. Tengo el privilegio de impartir clases en la UABC y he constatado, con tristeza, que muchos alumnos intentan seguir las clases a través de los celulares, pero tienen que estar comprando carísimas fichas de 50 o 100 pesos constantemente porque en casa no hay red y menos computadora.

Ahora que inicia el nuevo ciclo escolar y que millones de niños en todo el país tomarán clases por televisión y radio, nos encontramos frente al grave problema de lograr que una criatura de 6 o 7 años pasé varias horas frente al televisor, teniendo la atención puesta en el maestro remoto que, a pesar de hablar español, muchas veces el programa que se ofrece, es grabado en Argentina o en algún otro país, donde los modismos no le permiten entender a qué se refieren con el término “ordenador” o “furgoneta”, o expresiones como “chévere”. Esos niños difícilmente estarán frente al televisor con la mamá al lado, pues se nos olvida que la mayoría de las madres mexicanas tienen que salir a trabajar o tienen más hijos que atender y por lo tanto les resulta imposible tener a un adulto junto a ellos aclarando las dudas que surgen de estas clases virtuales.

No se trata de hacer una crítica destructiva a las decisiones gubernamentales en materia de educación pública, pues queda claro que el sistema educativo mexicano poco o nada puede hacer frente a la cruda realidad, sin embargo, tenemos que pensar de qué manera lograremos revertir ese vacío académico que tendrá esta generación, buscando mecanismos que permitan, una vez superada la pandemia, regularizar a millones de niños que terminarán este ciclo con graves deficiencias que no son achacables a nadie más que a la pobreza y marginación en la que viven miles de mexicanos.

* El autor es asesor empresarial en cabildeo.

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