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Los cacicazgos en México

“La violencia es el miedo a los ideales de los demás.”Mahatma Gandhi

Este día es el último en que candidatos y sus simpatizantes pueden pedir el voto. Los candidatos a gobernador y diputados federales iniciaron hace dos meses campaña, mientras que los aspirantes a las alcaldías y diputaciones hace dos meses y medio.

Lo que hicieron en sus campañas, bien o mal, se reflejará en los resultados del próximo domingo. El Diccionario Jurídico Mexicano define al cacique como aquella persona que ejerce una autoridad o poder abusivos en una comunidad. Caciques en México hemos tenido desde antes de la conquista y prueba de ello son los distintos grupos que fueron conformando la geopolítica prehispánica. Por ejemplo, los Tlaxcaltecas, gracias a concertaciones políticas jamás fueron sometidos por los mexicas, aunque esto los llevó a estar rodeado de pueblos vasallos de los aztecas, lo que les impedía comerciar con libertad. A la llegada de los españoles, los tlaxcaltecas pensaron aliárseles para vencer a sus eternos enemigos, apoyándose además en las viejas profecías de su pueblo, que anunciaban la llegada de hombres blancos y barbados. Resistieron en un principio a los españoles y habiendo sido vencidos por éstos se les unieron finalmente en su lucha contra el poderoso señorío mexica.

Durante el periodo virreinal, hubo también grupos de poder y cacicazgos que lograban imponerse por encima de las leyes. El debate interminable entre federalistas y centralistas, liberales y conservadores, republicanos y monárquicos, desembocaron en guerras civiles y extranjeras. Finalmente, se logró un consenso: la resignación ante la fuerza de Porfirio Díaz, que se apoyó, no en las mejores teorías, sino en los cacicazgos regionales. Posteriormente la Revolución, como lo hizo la Independencia, destruyó el poder central sin reemplazarlo. Volvieron los debates de principios sagrados y la guerra civil, con una novedad: los magnicidios. Calles, como Díaz, se apoyó en los cacicazgos regionales para fundar un nuevo poder central a través de un partido político que fue la unión de todos los partidos revolucionarios fusionados en uno solo. El gran cacique que nace es el presidencialismo, el cual se convierte en el supremo árbitro de todos los conflictos. Calles añadió algo nuevo (iniciado con Obregón): el desarrollo de cacicazgos sectoriales, como contrapeso de los otros. Los brazos de este nuevo poder lo fueron las centrales campesinas, obreras y populares, como brigadas de militantes que apoyaban al poder en turno.

A su arribo, el presidente Cárdenas, que se valió de las centrales revolucionarias para acabar con el maximato del ex presidente Calles, mejoró el pacto revolucionario al evitar las tentaciones reelexionistas del pasado. Miguel Alemán añadió otra innovación: sacar al ejército del partido único y fomentar el arribo de los universitarios a la política partidista, la excepción fue el cacicazgo sindical de los viejos líderes que solo la muerte los ha ido moviendo del camino.

A la llegada de Acción Nacional en el 2000, las cosas se complican más, ya que a pesar de que se logra la destrucción del poder central, éste no fue reemplazado de manera adecuada y por lo tanto se desataron otros caciques, como los gobernadores, líderes sociales, obreros, campesinos y grupos de izquierda que aprovechando el vacío del nuevo régimen toman esos espacios, ya no existe el supremo árbitro (Presidente), y todavía no hay instituciones democráticas suficientemente fuertes para que impere la ley. Los partidos mismos son cacicazgos sectoriales, dedicados a la guerra por el poder.

Finalmente, con la asunción de la izquierda en el 2018, vemos como el poder ahora se concentra en un solo personaje, algo similar a lo que ocurría en la época del Maximato.

Por lo visto, no nos libramos de esta vieja y peligrosa práctica.

*- El autor es asesor empresarial en cabildeo.

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