Lluvia toxica
A nombre del FZLN (Frente Zapatista de Liberación Nacional) días antes uno de sus dirigentes dió lectura a un documento donde el movimiento indígena fija, por enésima ocasión, un posicionamiento crítico destinado a la naturaleza política, económica y social históricamente sustentada por el Estado y su gobierno.
A nombre del FZLN (Frente Zapatista de Liberación Nacional) días antes uno de sus dirigentes dió lectura a un documento donde el movimiento indígena fija, por enésima ocasión, un posicionamiento crítico destinado a la naturaleza política, económica y social históricamente sustentada por el Estado y su gobierno. En la reciente proclama los zapatistas refrendan, con la voluntad de siempre, una consistente condena a la gestión del actual Presidente, López Obrador, por considerar que las formas y contenido de la vigente administración en parte resultan igual y en otras peor a las provenientes del prianismo por ser, sugieren, una misma gata solo que más revolcada.
En la objetividad del pronunciamiento zapatista en referencia al gobierno (logros), así como a la subjetividad del mismo (fracasos); las comunidades en lucha intermedian su cosmovisión por medio del universo de una raza que observa, interpreta y reciente el cómo sobre la población se precipita una lluvia de pobreza, despojo, violencia, explotación, impunidad, desigualdad… y solo de vez en vez una llovizna de limosnas en alusión, esto último, a los antiguos o modernos programas de apoyo altruista o caritativos esparcidos entre aquellos que sufren severas carencias de las cuales en parte son imaginarias, desvirtuadas, estafadas o utilizadas para traficar votos en campañas electoreras.
Complacidos unos y hostiles otros a causa del pronunciamiento del EZLN, la 4T completó un año de gestión en búsqueda de transformar, se supone, el estado de cosas impuestas a través de un sistema opresor, de suyo dominante por ostentarse en y para un poder concentrador de la riqueza en gracia de los dueños del capital y no del trabajo, en encanto de la gran burguesía y repulsa hacia los jornaleros a quien la llamada clase o poder político da la cara a favor de un sistema desigual que almacenan la riqueza y, la espalda, hacia quienes la producen alquilando su fuerza laboral.
De allí que la intermitente lluvia caracterizada de parte de la resistencia chiapaneca directa, o indirectamente, alude al catastrófico pasado-presente de un pueblo ayuno de salud, alimentación y educación puesto que los estratégicos y vitales componentes de vida se encuentran subordinados, monopolizados por unos cuantos usureros (en esencia extranjeros) convertidos en auténticos amos de horca y cuchillo causantes de producir, imponer y distribuir a su infame arbitrio los medicamentos, alimentación y el conocimiento donde este último ha sido privatizado con tecnologías cada vez más enajenantes y estúpidas dejando, a la escuela pública, en un estado de grave esterilidad.
Por ello la borrasca, el cielo encapotado y el temporal inclemente caído sobre las masas se antoja imposible de someter a una transformación solamente de forma, ya que un cambio verdadero, dada la situación de las mayorías, exige un reemplazo dispuesto a tomar la raíz donde, sin tanto rollo de analistas o comentaristas de informes ficticios, se pueda caracterizar a los condenados de un capitalismo depredador renuente a entregar el poder acaparado desde siempre que, bajo ninguna circunstancia y cualquier ambiente atmosférico, cederían.
Por eso la realidad, más que un chubasco, sugiere un diluvio…
* El autor es diplomado en Periodismo por la UABC.
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