Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Tijuana

Las lecciones más peligrosas son las amorosas

Estamos a tiempo de festejar el amor en todas sus formas y manifestaciones, pero también es momento de analizar lo destructivas que pueden ser algunas relaciones.

Estamos a tiempo de festejar el amor en todas sus formas y manifestaciones, pero también es momento de analizar lo destructivas que pueden ser algunas relaciones. Ante tantos atroces casos de violencia en contra de mujeres indefensas en México, se hace evidente que muchos de los victimarios son sus parejas sentimentales.

Son esas elecciones “amorosas”, las que se hacen mortales. Y todos nos preguntamos, cómo prevenir estos casos, cómo detectar a tiempo conductas de riesgo y qué podemos hacer como sociedad para evitarlos.

Consulté a un par de amigos estudiosos de la psicología y ambos coinciden en que la primera línea de violencia cruzada es la verbal. Cuando permites que tu pareja (hombre o mujer), te agreda de palabra, utilice lenguaje altisonante y agresivo para obligarte a hacer algo o recriminarte por haberlo hecho, en ese momento se cruzó una línea tan delgada, que podría ser como escribió García Márquez, la “crónica de una muerte anunciada”.

Los que viven esto en carne propia, creen que es normal, que todas las parejas pelean y el resto de nosotros, nos hemos acostumbrado tanto a la violencia que al ser testigos de ella, ni nos espanta. Cuando vemos parejas que se agreden de esta manera, decidimos voltear la mirada porque no es nuestro problema. Pero… ¡quizá sí lo es! Y es momento de cambiar las leyes para poder hacer algo al respecto.

Si eres testigo de agresiones verbales en contra de alguna persona mayor de edad, si escuchas gritos, amenazas e insultos tras la pared de tu vecino, de poco o nada sirve denunciarlo. Si llamas al 911 llegará la patrulla pero si la pareja no les abre la puerta, a la fuerza los oficiales no pueden entrar. Incluso las lesiones son un delito que procede por querella y no por denuncia, es decir que sólo la persona afectada tiene el derecho legal de activar el aparato judicial para exigir que se repare el daño.

Y regularmente la persona afectada no hace nada, porque el miedo y las amenazas que penden sobre su persona e hijos, la tiene paralizada. Lo que sucede es que al final, luego de investigar muchos aberrantes crímenes, resulta que todo mundo era testigo de la violencia que existía entre la pareja, pero nadie hizo nada a tiempo, porque la ley no les dio el derecho.

Aquí nuestros diputados tienen tarea y deben comenzar a hacerla. Urge modificar el catálogo de delitos que proceden por denuncia y los que estúpidamente aún proceden por querella. ¿Quién será el primero en levantar la mano y alzar la voz por aquellos que gritan, pero aunque todos los escuchan, nadie puede ayudarlos?

En esta nota