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La salud mental en el caso de Fátima

No encuentro calificativo para iniciar esta columna refiriéndome al feminicidio e infanticidio de Fátima.

No encuentro calificativo para iniciar esta columna refiriéndome al feminicidio e infanticidio de Fátima. Por lo que entro directo al tema. Nos cimbra por donde se le vea, pero hay una arista que no está suficientemente tomada en cuenta. Me refiero a los trastornos mentales.

Fátima estaba en situación vulnerabilidad por el trastorno mental de la mamá y la senectud de quien fungía como padre. Me baso en lo leído y escuchado de los protagonistas alrededor de la tragedia. A hoy no han dado un reporte sobre el diagnóstico de la mamá, por el aplanamiento afectivo y pobre abstracción sospecho algo que tuviera que ver con la esquizofrenia, y en el que la hacía de padre veo un deterioro que sugiere algo demencial.

Fátima ya había sido reportada como niña en vulnerabilidad por la condición mental en casa. Tan era así que una mujer se les coló en el hogar, aprovechó la vulnerabilidad del mismo, y secuestró a Fátima. Es la fecha que la mamá está en negación sicótica sobre la secuestradora.

Suele suceder que el trastornado en sus facultades mentales se resista a acudir a recibir atención. Estamos pésimo en capacidad estatal para ofrecer atención a quien represente un riesgo para él mismo u otros. La pobre atención a la violencia doméstica, el nulo seguimiento, es una muestra de ello. La mujer tiene que llegar prácticamente sangrando para que proceda una demanda.

Las amenazas, los riesgos y cuando se denuncian solamente se registran y rara vez interviene la autoridad. En el mejor de los casos se usará como antecedente ante una segunda agresión en donde solamente si la golpiza fue mayor, se le consigna. De esto nos hablan las manifestaciones de protesta de las mujeres.

La secuestradora parece haber padecido, lo que se llama en la siquiatría clásica, locura a dúo. En donde un sicópata puede inducir a alguien vulnerable a cometer una atrocidad, máxime si ella era víctima de amenaza de abuso a sus hijas si no le satisfacía tener una “novia” niña.

En las fotos se nota el rostro compungido de la presa y la indiferencia de él. Escribía la columna pasada que una mujer asesina era algo raro, y generalmente lo sería asociada a un hombre. En la llamada locura a dúo, está el amo y el esclavo.

No es raro ver obediencia absoluta al deseo de un sicópata, sobre todo de una mujer, por vulnerable, no por tonta. Esta mujer obedece secuestrándole una niña al amo, él con un grave trastorno de la personalidad sicópata y ella, madre a su vez, con un trastorno de la personalidad por donde la atrapó. El padre del violador suicidado. Mucha pobreza asociada. Todas víctimas de un solo hombre.

* El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.

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