Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Tijuana

La cultura de la legalidad

“Es mas preocupante el silencio de los buenos que los gritos de los delincuentes” .- Leoluca Orlando

La cultura de la legalidad es el conjunto de creencias, valores, normas y acciones que provocan que la población crea en el estado de derecho, lo defienda y no tolere la ilegalidad. Es el soporte del estado de derecho y de alguna manera es una especie de mecanismo de autorregulación individual y regulación social, que exige por parte de los ciudadanos una cierta armonía entre el respeto a la ley y las propias convicciones morales y éticas.

Sin embargo este concepto se ve empañado cuando en una sociedad como la mexicana, poco a poco nos hemos convertido en permisivos frente los hechos de corrupción que por naturaleza surgen en cualquier comunidad, pero que bajo ninguna circunstancia se pueden aceptar. La corrupción puede acabar con una sociedad ya que, entre otras cosas, disminuye la capacidad y calidad de acción de los servicios públicos de educación, de salud y de procuración de justicia- vitales para la población menos privilegiada. Además, mina el desarrollo político de un país, dañando la confianza de la población en sus gobernantes y en el gobierno en general.

Ninguna democracia funciona adecuadamente si no cuenta con el apoyo de ciudadanos que entiendan y estén convencidos de sus bases o fundamentos: el dónde y el porqué de sus conceptos, instituciones y prácticas. Las democracias tampoco funcionan si los ciudadanos no saben exigir y asegurarse

de que el gobierno encargado de representarlos tome en cuenta sus problemas, necesidades y aspiraciones. Cambiar el aparato de gobierno no basta cuando una sociedad tiene el cáncer de la corrupción tan incrustado como en México, se requiere de toda una reingeniería en la que se incluya la voluntad política de aceptar las fallas y el deseo de reconvertirse tanto en la parte gubernamental pero también por parte de la sociedad, pues para que haya corrupción tiene que haber 2 partes, el que corrompe y el que acepta la dádiva,

Revertir el proceso para llegar a una cultura de la legalidad no es una tarea fácil ni a corto plazo, ya que la ilegalidad, la falta de gobierno y la corrupción, frecuentemente son el resultado de usos y costumbres sociales históricos. Cuando la única manera de hacer negocios o de llevar a cabo actividades de la vida cotidiana es mediante la corrupción, ésta se convierte en algo aceptado por la sociedad como un “mal necesario”.

En la medida en la que aumenta el apoyo de los ciudadanos al estado de derecho, sustentado por la cultura de la legalidad, se margina el comportamiento ilegal.

Como es el caso con la mayoría de las instituciones humanas, la perfección es difícil de alcanzar, sin embargo, el estado de derecho es la institución más prometedora que ha desarrollado la humanidad. Su estructura promueve constantemente un incremento en la calidad de vida en sociedad, a través de diversos mecanismos de auto mejoría. Es por ello que su defensa –misma que se logra a través de la cultura de legalidad- es tan importante.

Como ciudadanos debemos fomentar y apoyar que esta cultura de legalidad sea parte de nuestras vidas, denunciando a cualquier persona que infrinja la ley.

En esta nota