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Insaciable corrupción

Historiadores como biógrafos del que fuera agricultor y luego sobresaliente figura en la llamada Revolución Mexicana

Historiadores como biógrafos del que fuera agricultor y luego sobresaliente figura en la llamada Revolución Mexicana, General Álvaro Obregón, coinciden en caracterizar al sonorense de hábil estratega militar, enérgico en el combate y particularmente, intrépido a la hora de conducir sobre el campo de batalla el ataque contra tropas enemigas inspirando, a no pocos cronistas de aquella guerra, a destacar el talante, de cómo el General Obregón encaraba el zumbar de las balas, las descargas de metralla o el rugir del cañón sin pestañar infundiéndole mayor arrojo a sus milicianos quienes por lo común resultaban victoriosos.

Contando con un guía del temperamento del de Huatabampo no extraña, después de la ruptura de Francisco Villa con los carrancistas, sucediera la demoledora derrota del Centauro del Norte a manos del ejército constitucionalista, acaudilladas por el antiguo sembrador de garbanzo cuando, en la batalla de Celaya, los sucesos implacables de la historia enterraron la oportunidad de haber alumbrado una auténtica revolución popular, pues la misma sucumbió, desapareció dando paso a un Porfiriato de nuevo cuño decorado, sostenido con iguales o peores rapacidades cargadas sobre una mayoría que antes, durante y después del alzamiento contra la dictadura, matices de por medio, se continuó lacerando a los de abajo.

En sí, una incómoda y hasta molesta relatoría que por desempolvar y desplegar el voluminoso expediente, de 1920 acá, sellados o no, muestran incalificables hechos de corrupción, saqueo y estafas protagonizados por los continuos gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (En cuanto) rostro y huella imborrables de ultrajante ladronería lo cual, sin necesidad de hurgar en papeleo alguno, sobra invocar al legendario guerrero Álvaro Obregón, que intocable como invulnerable a todo calibre y gatillo, ya en la silla presidencial flaqueó, resultó incapaz de resistir un “cañonazo de 50 mil pesos”.

Deslumbradoras las raíces de la corrupción desde la cúspide del Poder Ejecutivo (casi 100 años); el progresivo roer de una casta política entendida con grupos oligarcas rápido se adueñaron del país en desvalorización, deterioro y servidumbre de las masas, que atrapadas y sometidas, la podredumbre del sistema proyectó un saldo, que aparte de envilecido, curtió de impunidad múltiples atajos para evadir cualquier acto de rapiña los cuales, tiempos del contemporáneo neoliberalismo, ahora engloban a notables bribones, banqueros insignes, ilustres paraísos fiscales o sobresalientes fayuqueros que siendo de factura trasnacional se confabulan con selectos vende patrias “mexicanos”.

El hallazgo del tenebroso túnel recién destapado por parte de la Fiscalía General de la República; precisan el laberinto trazado por prianistas de cuello blanco cuya utilización sirve, no solo para esconder lo hurtado, sino también para comprar voluntades “opositoras” encubridoras de pingües negocios inspirados, para el caso, en tiempos de Peña Nieto, destacando, el golpe “histórico” que modificó la Constitución para privatizar Pemex y energéticos colaterales. En fin, pacto de traficantes donde el río de dinero sucio enlodó a Peña Nieto, diputados, senadores, gobernadores, partidos, miembros del gabinete, etcétera.

Efectivamente; a Obregón le arrojaron un cañonazo de 50 mil, sus herederos, en cambio, preparan el mortero, apuntan a su bolsillo y se disparan o buses repletos de dólares…

*- El autor es diplomado en Periodismo por la UABC.

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