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Héroes

Me ausenté una semana debido a que, en medio de la pandemia, el domingo pasado mi padre sufrió una embolia (la segunda en seis meses exactos).

Me ausenté una semana debido a que, en medio de la pandemia, el domingo pasado mi padre sufrió una embolia (la segunda en seis meses exactos). Esto inevitablemente volteó nuestra vida de cabeza. La emergencia hospitalaria en estos momentos aumenta exponencialmente el nivel de estrés.

Afortunadamente reaccionamos rápido y los doctores de igual forma lo dieron de alta lo más pronto posible para evitar cualquier riesgo (a pesar de tratarse del único hospital de la ciudad sin pacientes de covid 19).

Hoy mi padre ya se encuentra recuperándose en casa, con ayuda de mi madre y sus dos pequeñas inseparables (una perrita y una gatita).

Desde que inició la cuarentena he estado recomendando películas disponibles en Netflix, aunque esta semana, porque siempre llueve sobre mojado, no podré hacerlo ya que me han cortado el servicio de internet, diciendo simplemente que el área está saturada. Espero, después de cuatro días que hoy lo reconecte la empresa cuyo nombre incluye las palabras estrella y película en inglés (sin la e). Terrible servicio.

Durante este tiempo (las últimas semanas), para amainar la angustia, he recorrido filmografías enteras de varios directores, apreciando, como siempre sucede con los re visionados, nuevos detalles y sutilezas dentro de tantas obras maestras. Así, he pasado por las carreras de Howard Hawks, Billy Wilder, Powell & Pressburger, Joseph Losey y Louis Malle. Estos dos últimos presentes en la plataforma de Mubi, que en estos momentos ofrece siete días de prueba gratis y que para los amantes del cine de arte y culto es sin duda un oasis cinematográfico.

Por una increíble coincidencia, un día antes de la embolia de mi padre, fue el cumpleaños número 82 de Superman, por lo que decidí celebrarlo viendo la cinta de Richard Donner de 1978, que es sin duda la mejor película de superhéroes de la historia y el modelo cinematográfico a seguir desde entonces en el género, así como una de mis eternas favoritas, a la cual regreso una y otra vez desde la infancia (cuando teníamos una versión sintetizada en película Super 8).

La cinta inicia con palabras ominosas de la boca de Jor-El (Marlon Brando), padre del futuro Superman, que resuenan con particular fuerza en estos momentos: “No soy dado a declaraciones demenciales, y les digo que debemos evacuar el planeta inmediatamente. Nuestra destrucción pudo haber sido evitada, si no es por la vanidad de algunos… esto es genocidio”.

Por otro lado, cuando Superman presenta su declaración de principios a Lois Lane (Margot Kidder), “Defender la verdad, la justicia y el estilo americano”, la respuesta de ella es, “Terminarás peleando con todos los políticos electos del país”. Ahora, cuarenta y dos años después Lex Luthor, o algo mucho peor (y con mucho menos intelecto), es presidente de los Estados Unidos y recomienda inyecciones de desinfectante a la población.

Desde un inicio la parábola de Superman (creado por judíos, Jerry Siegel y Joe Shuster) puede ser interpretada como una versión del mito de Moises y/o Jesucristo. El sufijo El (de Kal-El) significa dios en hebreo. Un hombre celestial que es enviado por su padre y se convierte en la salvación de un pueblo (o planeta).

Después de la emergencia no me quedaron ganas más que para continuar disfrutando de cine escapista y qué mejor que la esperanza que emana del Superman de Christopher Reeve. La segunda parte es una continuación directa de la primera, que toca los temas de la herencia, el destino, el amor, el libre albedrío y la renuncia de los dones, y por supuesto el vínculo divino. En una secuencia se menciona la profecía kriptoniana: “el hijo se convierte en el padre, el padre en el hijo.”

Además de los excelentes guiones por parte de Mario Puzo (escritor de El Padrino), el elemento esencial, sine qua non, es Christopher Reeve, quien innegablemente nació para interpretar al personaje. No sólo tenía el rostro y físico perfectos, si no que su actuación sigue siendo inigualable, tanto en su majestuosidad y bondad como Superman como en su torpeza y afabilidad como Clark Kent. Sólo él podría no verse ridículo vistiendo los mallones y leotardo rojiazul.

¿Pero qué es lo que me (nos) lleva en estos momentos a recurrir a héroes fantásticos? Sin duda la incertidumbre ante lo que no podemos controlar. Así como Jerry Siegel creó a Superman como único recurso frente a lo que sucedía en la Alemania Nazi de los treintas, nosotros buscamos también un refugio ante la amenaza desconocida.

Necesitamos héroes, sí. Busquémoslos dentro.

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