¿Hasta dónde llegaremos?
“Por el derecho a la libertad de expresión”.
“Por el derecho a la libertad de expresión”.
Fue con alevosía, premeditación y ventaja la agresión contra la saxofonista oaxaqueña María Elena Ríos, quien fue prácticamente quemada en ácido, por un sujeto enviado por el exdiputado priísta Juan Antonio Vera. El acoso sexual y emocional exigiéndole ser su compañera de amores, y las constantes negativas de ella, motivaron a este diputadete para intimidarla y amenazarla para que cediera a sus pretensiones. Al no lograrlo prefirió destruirle el cuerpo y la vida en general.
María Elena Ríos no solo ha sufrido esta agresión, sino que fue víctima del sistema de justicia que padecemos. Su agresor no ha sido capturado y ni parece que haya alguna orden de aprehensión en contra de él, mientras que el sistema de salud de Oaxaca le negó los servicios médicos, a pesar de la gravedad de las lesiones, arguyendo que no había camas disponibles, evidenciándose así, que las mujeres en México tienen un segundo plano para ser atendidas y defendidas.
De manera indecente hemos ido incrementando las agresiones letales hacia el género femenino, estableciéndose así, una especie de concurso de sadismo en el cual las mujeres son el objeto de la crueldad exacerbada. Sea cual sea el gozo que mueve a los agresores, la excesiva brutalidad con la cual asesinan a mujeres indefensas es una muestra de la malosa enfermedad que padecen. Los golpes con cualquier instrumento utilizado, agrediendo de manera principal el rostro, manda el mensaje de que quisieran hacer invisible la identidad de quienes han sido implacáblemente asesinadas. Después, cuando ya culminaron la agresión, tiran el cuerpo mutilado como si fuera basura contaminante, en cualquier espacio que les parece los suficientemente sucio para ello.
La indignación creciente que está generando el vergonzoso acto que ni el mismo diputado priísta se atrevió a realizar contra María Elena, refleja la imperiosa necesidad de que comencemos los ciudadanos a enviar cualquier tipo de mensajes, sean escritos o de otra índole, a los funcionarios públicos para manifestarles nuestra indignación por las constantes agresiones fatales contra las mujeres. Tenemos que comprometernos a decir algo, cuando pasa algo. No podemos dejar hacer, dejar pasar los delitos, como lo hacen las autoridades policíacas, los funcionarios de elección popular y las principales autoridades del país, del estado y de los municipios.
No creo que vayamos a encontrar la forma de detener, en el corto, mediano o largo plazos, las agresiones contra el género femenino. Sin embargo, es necesario y urgente, que manifestemos nuestra inconformidad contra este tipo de actos. En el país ya van cerca de 20 mujeres atacadas con ácido, creándose así una tendencia criminal. No es posible ni debemos aceptar, que María Elena y las demás víctimas sufran solas la incapacidad, que como sociedad manifestamos contra la defensa y protección de las mujeres. México se está llenando de sangre de inocentes, que pagan el valemadrismo de los encargados de ejercer la justicia. Las mujeres forman parte imprescindible de la sociedad en general. Ellas son el pilar de nuestra existencia y no les respondemos en la misma medida. Hasta ahora nada hemos hecho y, al parecer, nada haremos para defenderlas. Vale.
* El autor es Licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.
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