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Guerra de odio

Palestina-Israel, qué delicado, qué complejo. La solidaridad con las víctimas más recientes y cercanas es la norma.

Palestina-Israel, qué delicado, qué complejo. La solidaridad con las víctimas más recientes y cercanas es la norma. Occidente simpatiza con Israel, el mundo islámico lo odia. Hamás es en realidad un grupo político que tiene representación legal en Palestina, este tiene un brazo armado paramilitar. La gran paradoja es que en los orígenes de este grupo está la mano del mismo Israel. Recuerda la historia de EUA con los Talibanes, el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Originalmente la pelea era con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), grupo político mayoritario hasta que Hamás ganó elecciones en la franja de Gaza, que es uno de los dos pedazos que les dejaron desde mediados del siglo pasado a los Palestinos, empezaron por la mitad del territorio palestino y gradualmente se han expandido hasta ese territorio palestino incierto de hoy. La crueldad es para nosotros una gran diferencia entre los fundamentalistas israelíes y los musulmanes. Lo que vimos genera más empatía y horror que lo que estamos viendo, y es que vemos bombas no personas. Son millones de musulmanes que celebraron la cruel matanza en el territorio ocupado, como el 11-S, serán otros tantos los que reclamen la destrucción y eliminación a todo el que permanezca en cierta zona de la franja en conflicto por parte del ejército israelí, con los EUA a sus espaldas. Quizá cuando se publique esto ya entraron en Gaza, serán batallas muriendo los proclamados mártires que intentarán una guerra de guerrillas en el espacio densamente urbano palestino, los eliminarán sin duda. La herida narcisista al ejército de Israel es mayúscula, imperdonable falla de inteligencia para aquellos que son de los mejores del mundo tecnológico y militar. Difícil ponerse en los zapatos de los judíos inmensamente dolidos y golpeando, paradójicamente, con crueldad militar. En mi caso no entiendo qué pretendía Hamás con esta acción. Era absolutamente predecible esta reacción, anticipo los empujarán tanto al sur que acabarán internándose en Egipto, como los judíos cruzando el desierto, hace mucho. La diferencia es que el pueblo palestino no tiene una tierra prometida, están tan convencidos como sus vecinos que esa tierra es suya. Éticamente es digno de reflexionar la diferencia entre la crueldad interpersonal y la mediada por artillería, hacia los civiles. En Ruanda, una etnia fundamentalista eliminó a un millón de otra etnia, hace casi 30 años, el mundo calló, no había internet. “Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie; quemadura por quemadura, herida por herida, contusión por contusión” (Éxodo 21:24-25). Es desgarrador. La guerra convierte a las masas en fanáticos patriotas defensores de lo que consideran es suyo, transforma las mentes y el odio es su mayor motor.

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