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Golpe e indiferencia

Nuestra ciudad tiene varios escenarios que la hacen peligrosa por diversos motivos.

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Nuestra ciudad tiene varios escenarios que la hacen peligrosa por diversos motivos. El más común es el de la ola de violencia asesina, que ha provocado la muerte de casi doscientas personas en lo que va de este año. Son tan constantes que casi nos hemos acostumbrado a contabilizarlos y a extrañarlos cuando no suceden. La muerte se convirtió en una rutina diaria que nos hizo perder la sensibilidad. La unión de las dos circunstancias fatales del covid-19 y los ajusticiamientos, no nos han hecho duros, sino insensibles y cobardes. Por temor a las represalias o también, para evitar riesgos innecesarios, inclusive, dejamos de ir a los funerales y nuestras condolencias van por la web. Después, cuando hayamos vencido al implacable virus, haremos el recuento de vidas perdidas y sufriremos tristezas tardías o a destiempo.

Otro escenario que es preocupante y que puede llegar a cobrar vidas humanas, son los riesgos de la deficiente construcción de banquetas. Durante la administración del exalcalde César Moreno González de Castilla, cuyo mayor logro en sus tres años fue el de enriquecerse ilegalmente, no se les exigió a las constructoras la máxima calidad en el terminado. Por donde quiera que se camine existen salientes de tornillos, bordes de cemento, alcantarillas que no cierran correctamente y hasta postes de la CFE en media banqueta. Cualquier viejillo como el que esto escribe, puede sufrir una caída mortal. Sin embargo, nada se ha hecho para corregir estas fallas. Las autoridades municipales son indiferentes y valemadristas.

El miércoles descubrí un peligro extra. Por el Callejón Libertad, en la parte suroeste del Parque Miguel Hidalgo, hay un árbol de moras muy bonito y frondoso. Por cierto, en ese mismo sitio ponen tres botes de basura, muy sucios. Exáctamente allí, cuando iba caminando tranquílamente, en una rama gruesa que sale hasta media banqueta, me di un fuerte golpe que casi me noquea. Inmediátamente, comienzo a sangrar con abundancia y mi cara y mis manos se tornan coloradas. Con un bonche de kleenex me cubro la herida y me dirijo a la Presidencia Municipal para poner una queja, y me encuentro con una enorme indiferencia hacia mi persona. A pesar de que tengo las manos, la cara y la cabeza cubiertas de sangre, los funcionarios públicos que me atendieron, solo tomaron mi reporte, pero no se les ocurrió darme los primeros auxilios. Es triste reconocer que los burócratas tecatenses no tienen el menor adiestramiento para atender situaciones que contengan sangre. No se les ha enseñado que a un ser humano se le debe atender y ayudar en ocasiones extraordinarias. Mi petición de que corten la peligrosa rama no será atendida y dará paso a otros accidentes, probablemente más graves. A la indiferencia y la falta de solidaridad de los burócratas, se les debe agregar la falta de visión humana para auxiliar a personas con problemas. Mi cara ensangrentada, mi preocupación por que en el futuro se eviten accidentes similares o más graves, no fue tomada en cuenta. Hay una carencia de valores morales y una falta de solidaridad que es, más que nada, grosera. Este trienio acumula puros negativos en sus labores diarias. La dejadez de los burócratas es proporcional a su falta de solidaridad. Vale.

* El autor es Lic. En Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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