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Gobiernos flotantes

Salvo el día de ayer, cuando recibió la visita del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda y parte de su equipo de colaboradores, pasó su semana en la Zona Costa de Baja California.

Salvo el día de ayer, cuando recibió la visita del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda y parte de su equipo de colaboradores, pasó su semana en la Zona Costa de Baja California.

Su agenda, según lo consignan diversos medios de comunicación, comprendió visitas a San Quintín, Ensenada y Tijuana donde mantuvo diversos acercamientos con la sociedad de esas comunidades llevándoles algunos apoyos ya comprometidos, ofreciendo muchos más en sus discursos repetitivos y regalándoles esperanzas de que el futuro estará mejor si seguimos por el mismo rumbo.

Y no está mal que la jefa del Poder Ejecutivo desarrolle agenda fuera de la capital del Estado. Al contrario, hay que reconocerlo y destacarlo porque, a final de cuentas, es la gobernadora de todos los bajacalifornianos y también en la Zona Costa exigen de su presencia para exponerles sus problemas y demandar soluciones.

Sin embargo, hay situaciones de carácter estatal que merecen la atención de Ávila Olmeda, quien parece estar siguiendo un guión escrito, con adaptación y vestuario incluido, en eventos tradicionales, mientras los grandes problemas del estado, como inseguridad, corrupción e impunidad, entre muchos más, siguen sin resolverse y, por lo visto, ni atenderse.

Las mañaneritas de Marina siguen siendo un ejercicio de comunicación unidireccional en el que la réplica y la repregunta están muy limitadas. Los funcionarios invitados no se salen del guión marcado de que todo va muy bien y siguen culpando de lo malo a los gobiernos anteriores, incluso el del morenista Jaime Bonilla Valdez.

Pero los temas sensibles siguen sin discutirse abiertamente y la inseguridad sigue siendo uno de esos pendientes porque, más allá de los feminicidios, ejecuciones y balaceras diarias en el Estado, los robos, asaltos, fraudes, tráfico de personas, la proliferación de “tienditas” de droga, aumentan día con día ante la incompetencia y/o la complacencia de los diversos cuerpos policiacos.

Las peroratas del Fiscal General del Estado, Ricardo Iván Carpio, más que dar luz y confianza, dan sueño pues parecen exposiciones orales de estudiante secundariano. Del nuevo titular de Seguridad Pública y Ciudadana, general Leopoldo Aguilar Durán sólo sabemos que hizo una buena presentación al detener a una banda de presuntos miembros de la delincuencia organizada en la Zona Costa, pero hasta ahí. Solo esperamos que no tenga salida de caballo pura sangre y frenada de burro.

Tampoco se ve interés alguno por investigar y llevar a juicio a funcionarios de la anterior administración, incluido al exgobernador y hoy senador de la República, Bonilla Valdez. No hay un solo funcionario del pasado pasado ni del pasado reciente, mucho menos del presente, sancionado.

No hay obras significativas, sólo anuncios espectaculares. Del multipublicitado SkyTren de Tijuana no se ha colocado ni un cimiento. De viaducto elevado, obra del gobierno federal, en esas andan pues apenas acaban de liberar algunos permisos municipales. En Mexicali sólo hay parches y remiendos en las calles erosionadas. Y de la modernización de la garita Centro, los americanos van en tiempo mientras que por el lado mexicano solo siguen acumulándose filas, mentadas, migrantes, basura y grafiti.

Se entiende que la actual administración estatal asumió funciones hace apenas poco más de un año, pero no hay que olvidar que ya ejerció en el 2022 un presupuesto de 60 mil millones de pesos y este año va por un poco más. No se ven las inversiones, sin es que las hubo.

El tiempo de gracia ya ha sido suficiente para comenzar a dar resultados. Ya basta de dádivas, discursos, tarjetas, corazoncitos y abrazos. Es tiempo de dejar de flotar y comenzar a moverse. Los gobiernos flotantes terminan por hundirse.

* El autor es periodista con 45 años de experiencia, licenciado en periodismo, asesor en comunicación y marketing político, consultor de medios.

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