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Gabinete estatal, a la deriva

El marco era la presentación del Plan Estatal de Desarrollo. Los funcionarios sentados en primera y segunda fila de un Ceart lleno.

El marco era la presentación del Plan Estatal de Desarrollo. Los funcionarios sentados en primera y segunda fila de un Ceart lleno.

Pero arriba en el presídium estaban los preferidos, los cercanos al gobernador, Jaime Bonilla Valdez.

Los que representan a los diferentes grupos políticos internos, los que lideran las disputas, los encargados de lo político, económico y organizacional.

Algunos de los que aspiran y respiran por cargos de representación popular o los apoyan.

Era el viernes 13, de los demonios que se sueltan, de las brujas que hacen sus pócimas que envenenan. El día de saldar cuentas, de jugar a las vencidas, de demostrar el músculo político.

Ahí estaba el jefe y había que rendirle reverencia.

El secretario General de Gobierno, Amador Rodríguez Lozano lo entendía muy bien, fiel a sus tradiciones, a sus conceptos del lenguaje de la real politike.

Aventó frases cálidas para el Director de Issstecali por salvarle la vida, pero también para el jefe, Jaime Bonilla Valdez, a quien le echó flores y hasta le dio como ofrenda el gastado, pero gustado ofrecimiento: ser gobernador por cinco años.

Arrancó en varias ocasiones el aplauso sangrante de los presentes, que como en el circo romano esperan que las fieras se desgarren.

El jefe Bonilla lo entendía y, hasta lo veía con risa cómplice, desde su lugar en el presídium.

Amador le ganó en su discurso al secretario de Hacienda, Adalberto González y al Coordinador de Gabinete, Rodolfo Castro.

Pero era viernes 13 y los demonios exigían más sangre. Y minutos después, los dioses políticos la recibían.

En la oficina de la Oficialía Mayor anunciaban la sustitución del subsecretario administrativo, Ricardo González Cruz y en su lugar colocaban al novel Manuel Alexandro Morán Fabela, hijo del presidente del Congreso del Estado, Víctor Morán y de la directora del DIF Estatal, Blanca Fabela.

Resulta que este joven, ahijado del gobernador, Jaime Bonilla, había sido destituido como delegado de Playas de Tijuana, en donde su jefe era el alcalde, Arturo González Cruz.

Ah, despidieron al muchacho, entonces en la Oficialía Mayor se movieron las piezas y corrieron al hermano del presidente municipal de Tijuana, como una especie de venganza.

El oficial mayor, Salomón Faz, hizo eco a la petición del gober Bonilla, el nino de Manuel Alexandro, y se deshicieron del llamado "hermano incómodo" que dicho sea de paso hacía de las suyas en la Oficialía Mayor.

Pero la pelea por las posiciones políticas están encendidas. Los González Cruz no se quedarán con las manos cruzadas y amenazan con arremeter contra sus oponentes.

Dicen que Arturo González Cruz trae algunas alianzas con el canciller, Marcelo Ebrard a nivel nacional y podrían aliarse con el consejero jurídico de la Presidencia de la República, Julio Scherer Ibarra, quien trae problemas, según trascendió, con el gobernador Bonilla Valdez por la cancelación de una notaría de un socio del consejero.

Sean dimes o diretes, lo cierto es que ese es un frente y el otro es el del diputado federal de Morena, Mario Delgado y el mismo Fernando Castro Trenti, apoyando a la alcaldesa, Marina del Pilar Ávila Olmeda para obtener la candidatura a la gubernatura bajacaliforniana.

Hagan sus apuestas señores.

La verdad sea dicha.



* La autora es directora del portal MF Noticias Mexicali

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