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Fraude a la Constitución

Para bailar tango se necesitan dos. Para concretar el fraude constitucional se requirió de la voluntad del gobernador electo y un congreso local complaciente.

Para bailar tango se necesitan dos. Para concretar el fraude constitucional se requirió de la voluntad del gobernador electo y un congreso local complaciente. La pasada legislatura en un cálculo político macabro le concedió el deseo al actual ejecutivo estatal de extender su mandato a cinco años. Digno de un sistema dictatorial vulgar. Dicen que la política es el arte de lo posible. Corrijo, México es la tierra de la posible.

Las constituciones son el diseño arquitectónico de los Estados, en ellas se configuran las reglas básicas que brindan solidez y certeza política-legal a los ciudadanos. El constitucionalismo es quizá la más grande aportación del liberalismo clásico a nuestra civilización; sin Estado constitucional de derecho, la democracia no es viable. Norberto Bobbio fue más allá y afirmó que la democracia es consecuencia del Estado liberal.

Si no hay un Estado cimentado en valores liberales (constitucionalismo, secularismo), la democracia es inviable. Podrán haber elecciones pero no serán más que una burla a la inteligencia (Turquía, Rusia o Hungría). En el caso de México, no cantamos mal las rancheras. Dada la fragilidad del Estado constitucional, nuestra democracia está cimentada sobre arena.

A pesar del historial reciente de elecciones libres, la incipiente democracia mexicana ha sido objeto de múltiples atropellos (compra de votos, robo de boletas, acarreo). No obstante, el fraude constitucional poselectoral perpetrado por la XXII legislatura de Baja California es quizá uno de los más dramáticos. Quienes más obligados están para defender el régimen constitucional, lo atacaron de manera ruin y premeditada.

Nunca sabremos a ciencia cierta a cambio de qué emitieron su voto a favor de violar la constitución. Quizá les dieron una buena fortuna. Quizá vieron en esto su permanencia en el poder. Quizá lo hicieron por miedo a las consecuencias. Quizá todas las anteriores.

Soy fiel creyente en la democracia. Suscribo la máxima churchilliana que es la peor forma de gobierno… pero mejor que todas las que se han intentado anteriormente. No obstante, estoy consciente que hay escenarios donde la democracia es quien puede destruir la democracia. Hitler llegó al poder porque supo capitalizar la fragilidad constitucional de la Alemania de Weimar. Bajo esa misma lógica actuaron los diputados que votaron a favor de la Ley Bonilla. Avanzaron sus intereses perversos a costa de nuestra vida constitucional y democrática.

Lo peor de todo es que seguirán activos en la vida política de Baja California. Espero querido lector que si de algo se acuerde de sus nombres por si salen a pedirle su voto:

Claudia Josefina Agatón Muñiz, José Félix Arango Pérez, Alejandro Arregui Ibarra, Victoria Bentley Duarte, José Antonio Casas del Real, Raúl Castañeda Pomposo, Marco Antonio Corona Bolaños Cacho, Ignacio García Dworak, Edgar Benjamín Gómez Macías, Mónica Hernández Álvarez, Rocío López Gorosave, Job Montoya Gaxiola, Víctor Manuel Morán Hernández, Bernardo Padilla Muñoz, Alfa Peñaloza Valdez, Blanca Patricia Ríos López, Sergio Tolento Hernández, Carlos Alberto Torres Torres, María Trinidad Vaca Chacón, Iraís María Vázquez Aguiar y Catalino Zavala Márquez.

Los perpetradores del fraude constitucional más grave en la historia reciente de Baja California.

*El autor es abogado y estudiante del programa Atlantis en Syracuse University/Hertie School of Governance

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