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Es un mugrero la Línea Internacional

Es increíble los niveles de “dejadez” de este gobierno. Hacer fila para cruzar la línea internacional a San Diego es una muestra de toda la podredumbre de la que somos capaces en materia de urbanismo, desarrollo y asistencia social.

Es increíble los niveles de “dejadez” de este gobierno. Hacer fila para cruzar la línea internacional a San Diego es una muestra de toda la podredumbre de la que somos capaces en materia de urbanismo, desarrollo y asistencia social.

Da igual si lo hacemos peatonal o vehicularmente. El cochinero es el mismo.

Tierra de nadie desde hace varios lustros y con gobiernos de los tres ámbitos que solo simulan que hacen, la presentación final que le damos a nuestros visitantes es de dar vergüenza. Una pena mayúscula.

Solo hablar del desorden vial ya es ahondar en crisis, pero si le sumas la banquetita mugrosa y mal oliente para cruzar personalmente por San Ysidro, de ahí para arriba (casi) todo está mal.

Iniciemos por la responsabilidad. Por ley, los puertos de acceso al país los administra el Indaabin (Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales) órgano de la SHCP del Gobierno Federal, pero como hay muchas otras actividades en la zona, Migración y Aduanas también tienen que ver. Luego está la responsabilidad local tanto en el tránsito como en el otorgamiento de permisos de operación de negocios ambulantes (un desorden mayúsculo), como las obras que se requieren (casi siempre de responsabilidad de Estado de BC), que hacen que, en conjunto, aquello sea un auténtico muladar.

Después de muchos meses, me ha tocado cruzar en vehículo y a pie estos últimos días y si yo no fuera residente y supiera las múltiples ventajas de vivir en esta frontera, no regresaría por este medio a Baja California con la intención de ir a Estados Unidos. Da miedo, asco, repulsión ver el estado de abandono de toda el área. Ya ni a “pobres pero honrados, pero limpios” llegamos con la zona de la garita: hay suciedad, falta de infraestructura, falta de orden, gandallismo, malas prácticas, pedigüeños de todo tipo y por cualquier motivo, “marías” tiradas en el paso peatonal, polleros, “jaladores”, módulos de ventas, carretas de vendimia de todo, cubeteros, taxistas, comercio establecidos pero paupérrimos, gritones, malandros, gaviotones, etc. Una auténtica feria de los horrores, donde todo encuentras y para aventar para arriba.

La imagen y mantenimiento de puentes, jardines y estaciones está “pal perro”: limpieza paupérrima, graffiti, falta de pintura, de jabón ¡y ya ni hablemos de un poco de belleza a la vista!

Urge un acuerdo para acabar con esta pocilga. Primero, que se pongan de acuerdo los gobiernos para ejercer autoridad y aplicar la ley. Basta de concesiones para no cumplir los reglamentos. Que haya un programa de inversión constante para remodelar y mantener la zona. Desde que me acuerdo, nunca ha habido una coordinación sostenida de las autoridades para operar la zona en orden.

Segundo, un compromiso de los organismos ciudadanos y empresariales para apoyar: es necesaria la inversión privada pero también la asistencia social. Debemos quitar del flujo cualquier tipo de problema social que seguramente otras instancias pueden ayudar a resolver con un poco de voluntad. No es posible que en la última vista de nuestro país tengamos que enfrentar a nuestros visitantes al horror de la mamá pidiendo para la comida de sus hijos, y al deforme de su pies o al de la silla de ruedas con síndrome de no sé qué, pero también el de la hielera con burritos y a la carretera con raspados o al ambulante vendiendo Homeros Simpson de yeso. Ya basta.

Si, en México somos muy pobres y tenemos muchas deficiencias, pero no tenemos que presentárselas en la cara al turista internacional.

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