Enfrentar la pandemia
Se puede entender haya diferencias globales en las formas de proteger la economía, pero no en la forma en que se ordena enfrentar la pandemia.
Se puede entender haya diferencias globales en las formas de proteger la economía, pero no en la forma en que se ordena enfrentar la pandemia. Hay que leer y escuchar a los expertos, mexicanos o extranjeros. Las noticias falsas no son la causa de desinformación, es consecuencia de ella. La pobreza material y educativa es terreno fértil para generar fantasías, distorsiones o creencias equivocadas respecto a lo que está sucediendo, el por qué y lo que puede suceder. La conducta colectiva y la capacidad económica de cada país determinarán su paso por la pandemia. Se entiende que cada región se adapte a su momento de infección y características, pero no debería haber contradicciones en los protocolos sanitarios. La Organización Mundial de la Salud, el gobierno chino o el americano, AMLO, la industria farmacológica, bueno, hasta la 5G son los responsables de nuestros males pandémicos. Es una forma de no asumir la impotencia frente a una enfermedad, es más fácil encontrar un responsable que no sea el virus mismo. La historia juzgará la estrategia y civilidad de cada país. Hay capítulos que aún no hemos visto, no sabemos si veremos cadáveres apilados o no, no sabemos si habrá miedo colectivo cerrándose el intercambio entre regiones o pueblos o no, si la tercera fase colapsará el sistema de salud o no, si habrá carencias esenciales en quienes no las padecían y sean millones o no, si cambiará el mundo tal como lo conocimos y pasaremos años de recuperación o no y la lista es larga. La incertidumbre ante posibles escenarios aterradores es fuente de ansiedad, no siempre sentida como tal y manifestada a veces en conductas antisociales. El miedo a veces se pretende resolver con valentía y arrojo. El miedo se resuelve con inteligencia, disipando las ideas irracionales y asumiendo los riesgos a enfrentar, en uno y en el prójimo. Habrá riesgos, pero también inevitables consecuencias que se pueden anticipar. Por ejemplo, el tiempo de vida en la red aumentó muchísimo, de por sí ya era excesivo. No sabemos las consecuencias del aumento a la dependencia de la red en la vida cotidiana. Me refiero al empobrecimiento de la cultura y tradiciones, a la convivencia grupal. Aún en un mundo post vacuna, probablemente el 2022, las secuelas mentales y sociales quedarán como un sello generacional. Solamente aquellos que crezcan escuchando esto como una historia de sus abuelos no estarán marcados por esta época. Ahora, si pensamos en que últimamente casi cada cinco años surge un nuevo virus potencialmente pandémico, habrá otra pandemia en un futuro cercano. Deberíamos salir de ésta con aprendizaje y preparación, hasta ahora solamente vemos divergencias y mutuos señalamientos. Más vale que dejemos un buen ejemplo para la posteridad.
* El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.
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