Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Tijuana

Embrujo priista

Valla que 98 años de partido único taladraron hondo, tan profundo que prolifera un modo de vida político mezcla de consentimiento con resignación por parte de las masas... 

Valla que 98 años de partido único taladraron hondo, tan profundo que prolifera un modo de vida político mezcla de consentimiento con resignación por parte de las masas, capas medias, grupos organizados e intelectuales quienes conformes o disconformes por décadas, una vez y otra también, simulando sincero o falso humor entregaban al portador, en este caso a la mafia del PRI, un cheque en blanco para que la cúpula procediera de acuerdo a su carácter donde, el presidencialismo despótico del “mandatario”, tomara la responsabilidad de premiar o castigar, aceptar o rechazar, estorbar o facilitar.

De la presidencia de Álvaro Obregón a la de Peña Nieto incluyendo al PAN (1920-2018) se apilan lustros que se dicen o escriben rápido pero que en el transcurso del tiempo el fondo, forma y orden de gobernar se consolidó un proceso antidemocrático, absoluto y hasta despótico donde lo dominante son reglas escritas (y no escritas) bajo las cuales se patrocina la participación, representación y conducción del sistema y régimen socio-político impuesto en menoscabo, imposible procediera diferente, a cualquier otra corriente de pensamiento y acción impropia al de la mafia del poder garante de crear, promover y cimentar “el partido único”, “Prigobierno”, “familia revolucionaria” o “Regeneradores” (en el Porfiriato se llamaron “científicos”).

Es entendible que sobre las huellas anteriores; los usos y costumbres priistas quedaron ensambladas en el entender, quehacer y administrar de la clase política como de las organizaciones ciudadanas en las cuales, los partidos, responden al apetito patrimonial propio y de las élites económicas antes que a la población pues de la historia recorrida a la vigente, la cuadrilla partidista enyuntada, dividida o solitaria son responsables del desastre nacional: despolitizar a la población y minada su conciencia y compromiso social una vez hechizados también resultan responsables y a la vez víctimas por la marginación, pobreza y desigualdad.

Abonando a lo previo, obvio que a la partidocracia no la distingue la diversidad ideológica, emociones o proyectos de país; ya que por encima del pergamino donde reposan las apolilladas predicas declaradas de “ideales” (estatutos, declaración de principios,) sus obras y procederes niegan el chorizo discursivo por ser un imaginario, simple inventiva que no responde a la sociedad pues en los hechos son aparatos supeditados a la rapacidad minoritaria personificada por el capital aunque, dicho sea, las pandillas justificadoras del estado de cosas dominantes se hacen llamar “equilibrio democrático”.

Seducidos por intereses granujas los partidos de cualquier signo detestan la verdadera democracia, desdeñan la lucha por la igualdad, fertilizan la corrupción, son facciosos y, de manera preponderante, repelen la transparencia para no rendir cuentas de sus actos no solo a los militantes sino, con mayor razón, a electores y contribuyentes que los amamantan. Las sórdidas alianzas partidistas conocidas y por venir, son polvos de lodo fétido tricolor.

“hablar de democracia en México es pisar terreno fangoso- escribió don Alberto Azis- hablar de partidos es pisar la parte más densa y pestilente del fango político…”

*- El autor es diplomado en Periodismo por la UABC.

En esta nota