“Elles”
Soy comunicólogo de profesión, lingüista por vocación, desmenuzador de palabras y perseguidor de significados por afición.
Soy comunicólogo de profesión, lingüista por vocación, desmenuzador de palabras y perseguidor de significados por afición. Con todo ello y sin presunción alguna, declaro que este artículo no tiene afanes académicos y mucho menos dogmáticos. Simple y sencillamente expone mi opinión acerca del llamado lenguaje inclusivo.
A mí, nomás no me cuadra decir o escribir “elles” tratando de abarcar a ellas y a ellos; o “todes” por todas y todos. No descalifico a quien quiera utilizar dicho lenguaje en aras de una pretendida reivindicación del feminismo. Porque están en su derecho, tanto mujeres como hombres, de hablar como quieran, sientan o puedan.
Pero, también tengo la certeza de que es un error neutralizar el plural de muchos términos que por naturaleza ortográfica son en masculino. Masculino gramatical y no sexual. Lo que -de ninguna manera- nos da superioridad alguna y menos en automático a los hombres. Ser machista es una grave deficiencia por mala educación, falta de sensibilidad y extrema torpeza.
La gramática, la lingüística y la filología tienen normas específicas para expresarnos de manera convencional, práctica y precisa; como las reglas que tienen las matemáticas, la geometría o la trigonometría; si uno las altera (sea con buenas intenciones o por desconocimiento) las descompone y las vicias. Y peor aún, el lenguaje se corrompe sin que se logre mejoría alguna en la sociología de género.
Escribir “todoxs” para decir que se incluye a todas y todos es quizá ingenioso pero incorrecto. Lo mismo “l@s” o “nosotres”. Y aclaro, elles gramaticalmente sí existe, pero sólo para referirnos al plural de las dobles eles.
LA PALABRA DE HOY: INCLUSIVO
Del latín 'inclusivus' que significa “cabe dentro de un conjunto”. Desmenuzándola: Con el prefijo in- / “hacia adentro”, 'clausus' / “encerrado” y el sufijo -ivo / voz activa o pasiva.
Es un hecho, el lenguaje inclusivo pervivirá porque es producto de sentimientos de desvalorización y de trato injusto hacia el feminismo o la comunidad LGTB; quienes tienen derechos que se deben respetar; aunque su lenguaje sea incorrecto.
DE MI LIBRERO: RAYUELA
Tan solo me referiré al capítulo 68 de la novela Rayuela de Julio Cortázar, que en unas líneas dice: “Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios”…
Sin duda se trata de un encuentro amorosos de La Maga y Horacio Oliveira (personajes de la novela), utilizando tres palabras que literalmente no se entienden y, sin embargo, se pueden intuir: “tordulaba”, “hurgalios” y “orfelunios”.
Juego intelectual del autor para retar al lector. Cortázar juagaba con los géneros, las formas y el lenguaje: “Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes”.
Así, en un ámbito propicio, palabras inventadas entremezcladas con otras muchas que sí aparecen en el diccionario son una genialidad del autor. En cambio, el lenguaje inclusivo es -en mi opinión, reitero- un intento equívoco y fallido de autoafirmación de “elles”.
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