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El verdadero poder

El exgobernador Jaime Bonilla Valdez regresó a su curul en el Senado de la República.

El exgobernador Jaime Bonilla Valdez regresó a su curul en el Senado de la República. El argumento fue que lo hace para terminar con la responsabilidad que asumió con los bajacalifornianos que le dieron su voto en las elecciones del 2018 y lo llevaron a la Cámara Alta.

Lo cierto es que Bonilla no tenía opción. Era la única manera de protegerse política y mediáticamente de lo que, legalmente, podría ocurrirle si en realidad el gobierno de Marina del Pilar Ávila Olmeda tuviera alguna intención de actuar “hasta las últimas consecuencias”.

Pero, si por la víspera se saca el día, no tiene motivo alguno para preocuparse. Y no sólo porque tuvieron cuidado de esconder cualquier huella o vestigio de prueba que condujera a demostrarle y comprobarle algún ilícito durante su gobierno de triste memoria, sino porque no hay ninguna intención de la actual administración estatal por investigarlos y, mucho menos, meterlo, junto con sus cómplices, a la cárcel.

Bonilla Valdez lo sabe y por eso, engallado, regresa al Senado de la República. No para servir a los bajacalifornianos como asegura. No lo hizo como gobernador cuando tuvo todas las posibilidades y recursos para ello, menos desde una posición desde la que muy poco se puede hacer por el Estado, que es más un trampolín político para futuras posiciones y a él, Bonilla, se le acabaron las opciones.

Pero como las previsiones nunca sobran y en esto de la política nada está escrito, el exgobernador regresa al Senado de la República no solo para utilizar el fuero que la Constitución le otorga, sino como espacio desde dónde estar en condiciones de responder a cualquier intento del actual gobierno estatal por abrirle alguna carpeta de investigación.

Pero, insisto, no tiene de qué preocuparse. El caso de la Banca Afirme no conducirá a ningún lado y, entre amparos y amparos, quedará entrampado en lo tribunales si no es que, antes, llegan a algún arreglo con la actual administración que sólo amenazó con quitarle las concesiones para cobrar tenencias y otros servicios, abriendo la posibilidad de otra demanda por incumplimiento.

Las presunciones de desvíos de recursos, documentados por la Auditoría Superior de la Federación, pasarán como muchas otras a dormir el sueño de los justos, mientras que desde sus espacios seguirá mandando mensajes para desactivar cualquier mínimo intento por revisarle las cuentas, los abusos y excesos cometidos durante su gobierno.

Ya marcó la línea. Lo dijo claro y lo dijo fuerte. La gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda no es su amiga, nunca han sido “amiguis”, sólo compañeros de una aventura llamada política y de apellido Morena, a la que la hoy jefa del poder ejecutivo llegó de manera oportunista y él, generosamente como es su conducta habitual, le tendió la mano. Gracias a él y sólo a él, Marina fue diputada federal, alcaldesa y ahora mandataria de todos los bajacalifornianos.

Dicen que la mejor defensa es el ataque y Jaime Bonilla Valdez lo entiende a la perfección. Y cuando de defenderse se trata, no tiene misericordia. Se muestra como perro rabioso que genera el miedo suficiente para que nadie se atreva a acercársele, mucho menos intentar molestarlo con el pétalo de una averiguación.

Será ese miedo, no otra cosa, la que paralizará a la administración de Marina del Pilar para proceder en contra del hoy Senador con fuero. Elementos existen, las condiciones están dadas para neutralizar la furiosa embestida que el exgobernador prepara, desde su fortín senatorial, en contra del actual gobierno del Estado y concretamente de su gobernadora.

Dejar de hacerlo, colocaría al exgobernador como el verdadero poder en Baja California. Un poder absoluto e intocable que nació del miedo y se seguirá alimentando del temor de quienes, lejos de hacer cumplir la ley como es su obligación, preferirán dejar pasar los ataques de alguien que, presume, sigue protegido por el manto presidencial.

Marina tendrá qué decidir si lo permite o se asume como lo que debe ser: El real poder político en Baja California.

*El autor es periodista con 45 años de experiencia, licenciado en periodismo, asesor en comunicación y marketing político, consultor de medios.

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