El reclamo de Daylín
Apenas está por cumplir los 31 años de edad. Es muy joven, con una licenciatura en Relaciones Internacionales por la UABC, un par de diplomados y una maestría por la Universidad española Francisco de Vitoria.
Apenas está por cumplir los 31 años de edad. Es muy joven, con una licenciatura en Relaciones Internacionales por la UABC, un par de diplomados y una maestría por la Universidad española Francisco de Vitoria. Es también, sin duda alguna, una mujer inteligente. Lo ha demostrado antes de ser diputada, como activa impulsora de la transparencia y la rendición de cuentas y ahora como legisladora en el Congreso local donde alza su voz cuando es necesario. Salvo una ausencia en una votación importante en el Salón de Plenos cuya explicación todavía no termina de convencer a los escépticos analistas políticos, sus participaciones en tribuna han sido congruentes, sensatas y prudentes, pero sus declaraciones suenan fuertes y claras cuando la ocasión lo amerita.
No conozco personalmente a Daylín García Ruvalcaba, pero he seguido su trayectoria social, antes, y política, ahora, como representante en el Congreso del Estado por el partido Movimiento Ciudadano. Es de las voces frescas que representan a miles de jóvenes que buscan ser visibilizados en los diferentes foros, pero también, más recientemente, pudiera asumirse como la abanderada de los bajacalifornianos que están hartos de la inseguridad, la falta de estrategias y la envolvente retórica oficial que todo quieren resolver a base de mesas de trabajo, fiscalías y comités del bienestar.
Y es que mientras otros legisladores y legisladoras se enfocan en temas intrascendentes, en discusiones absurdas, en promociones personales o de plano, en sus agendas políticas buscando quedar bien con las propuestas del Poder Ejecutivo, la legisladora emecista comienza a revelarse como una ciudadana interesada en que se atienda uno de los principales reclamos de los bajacalifornianos, si no es que el principal y más urgente.
La legisladora dijo, y dijo bien, que en materia del combate a la inseguridad a las autoridades no les queda otra más que hacer su trabajo y aconseja que, para empezar, esas autoridades no deben tomar a la ligera las advertencias-amenazas que supuestos grupos de la delincuencia organizada han enviado a través de la colocación de mantas en diversos puntos de Mexicali, Tecate, Tijuana y Ensenada, particularmente.
Cierto, es importante atender la movilidad, el bacheo, la rehabilitación de calles, parques y jardines que, aunque no se han hablado de inversión, fondos y recursos, se impulsará a través de Respira, un plan que, en voz de la gobernadora Marina del Pilar Ávila, suena romántico y sensible. Pero de muy poco servirá a los bajacalifornianos si las calles repavimentadas son utilizadas por los convoyes con camionetas blindadas de los narcos y los parques y jardines siguen siendo ocupadas por “tiradores” de drogas y adictos a las misma, porque eso pasará si estas obras no van acompañadas de estrategias convincentes, claras, avanzadas e integrales para abatir la criminalidad.
El reclamo principal en Baja California es el de la inseguridad y más de 500 asesinatos en Tijuana, además de poco más de un centenar en Mexicali en lo que va del año, son apenas una referencia. La violencia contra las mujeres que sigue creciendo es otra, sin dejar de lado las extorsiones, cobros de piso, secuestros exprés y amenazas que forman parte de las estadísticas diarias, pero que no se contabilizan oficialmente al no denunciarse.
Desgraciadamente, esas autoridades a las que se refiere Daylín y que son a las que la constitución obliga a cuidar y proteger los bienes y las vidas de los bajacalifornianos, andan más ocupados en, por un lado ocultar bajo la alfombra sus corruptelas y las de sus antecesores, y por otro estimulando esa febril compulsión por grabar tiktoks, cortar listones, abrazar criaturas y ancianos, anunciar planes reciclados, firmar convenios, acuerdos, mesas de trabajo y de seguridad, cuyos resultados nomás no terminan por verse.
Ahora que, como señalan los clásicos, la cosa es muy simple. Si la criminalidad existe y aumenta, es porque la autoridad lo ha permitido y lo sigue permitiendo, ya sea por complacencia o por complicidad. Las mantas con amenazas seguirán apareciendo en tanto no se ponga orden, no con balazos, pero tampoco con abrazos que han demostrado su ineficacia. Sino con inteligencia y creatividad, pero, además, con la tecnología avanzada y suficiente para blindar al estado de los criminales y el poderoso brazo de la corrupción.
*El autor es periodista con 45 años de experiencia, licenciado en periodismo, asesor en comunicación y marketing político, consultor de medios.
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