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El empresario socialmente responsable

A consecuencia del Covid-19, se prevé una caída brutal de la actividad económica, probablemente la más dura después de la gran depresión del siglo pasado.

A consecuencia del Covid-19, se prevé una caída brutal de la actividad económica, probablemente la más dura después de la gran depresión del siglo pasado.

México entra al umbral de una tormenta perfecta: a) la crisis de salud acompañada de una recesión global b) el desplome en los precios del petróleo y c) la desconfianza de los inversionistas como consecuencia de los errores en política económica del gobierno actual, la inseguridad, y la debilidad del estado de derecho.

Con una devaluación que ha llevado el tipo a $25 por dólar en dos semanas, el peso mexicano ha sido la moneda más depreciada durante la crisis.

El precio del petróleo mexicano que ha principio de año estaba en $49 dólares por barril, hoy se ubica a menos de la mitad, impactando seriamente las finanzas del país.

El sistema de salud pública, que ya tenía problemas de operatividad previo al inicio de esta crisis por la falta de medicamentos, la desaparición del Seguro Popular y su reemplazo por un INSABI sin reglas de operación, se verá seriamente confrontado en esta crisis.

Mientras la mayoría de los gobiernos se preparan para mitigar las consecuencias, en México no se ha anunciado ningún programa fiscal de emergencia.

Ante estos tiempos de incertidumbre, donde las proyecciones nos indican puede empeorar, la principal vulnerabilidad está en aquellos trabajadores con empleos precarios, sin seguridad social, o en la economía informal.

Difícilmente ellos tienen la capacidad económica para enclaustrarse con sus familias por un periodo largo sin empleo ni ingreso.

El cierre de locales comerciales y restaurantes, las cancelaciones en el sector turístico, el paro técnico de plantas automotrices, y el hecho de que algunas empresas han dejado de pagarle a sus empleados, harán que la capacidad económica de la población decaiga en forma importante.

Esta situación exige unidad y solidaridad, ayuda mutua, respaldo a quienes menos tienen, protección a los más vulnerables, coordinación de información objetiva y efectiva, y apoyo a la autoridad sanitaria y gubernamental.

Las respuestas deben aflorar desde todos los frentes: públicos, privados y sociales.

Esta es la oportunidad para la empresa y el empresario socialmente responsable, apegado a valores, haciendo que parte de sus objetivos sea el solventar las necesidades principalmente de sus trabajadores.

Hoy es el tiempo para que los empresarios, sacrificando utilidades y reservas, hagamos un esfuerzo para detener despidos y cerrar empresas. Paros escalonados, permisos con goces de sueldo para aquellos con vulnerabilidad, priorizando la protección de adultos mayores, y rechazando al mismo tiempo la desinformación, las campañas de pánico y la falsificación de noticias.

Hoy es tiempo para la creatividad, para reinventarnos, y como en toda crisis, después de la tempestad vendrá la calma, acompañada seguramente con un profundo cambio en el ánimo social, ubicando a todos los actores en su lugar y justa perspectiva, donde si las autoridades no emprendieron acciones del tamaño del problema, sus gobiernos no tendrán futuro.

Ser optimistas ante las circunstancias actuales no es sencillo, pero es una necesidad si queremos tener el espíritu que se necesita para salir adelante en la tormenta.

*- El autor es Presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública del Estado

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