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El ‘alte’ del Conejo Malo

¿Bad Bunny?, “pulo alte”, diría él.

¿Bad Bunny?, “pulo alte”, diría él. Me he preguntado en estos últimos días el porqué del éxito de este boricua. Leo las letras y me asombra su vulgaridad y machismo, veo su apariencia y me parece una grave expropiación de identidad con la que lucra. Se muestra casual y ligero en público, en privado maneja uno de sus carros de ocho millones de dólares. Colecciona joyas en las que invierte mucho su fortuna, todos saben cómo es, pero gozan de verle aún su condición de proletario como personaje imaginario. Estéticamente resulta interesante por lo que hacen de él, no tanto por su ejecución. Lo visten, maquillan y peinan los diseñadores de imagen más caros del mundo, él se deja vestir. Usa falda y se muestra fluido en lo sexual, suficiente como para incluir en su show un faje o beso con otro hombre, con gran aplauso de la audiencia. Asombra ver lo “flow” que se comporta la masa frente a él, conocen y corean sus inentendibles letras. Su constante invitación a perrear resulta en una increíble respuesta de las jóvenes, que perrean públicamente al ritmo de su sonido puramente electrónico, su voz al cantar pasa por auto tune, su voz real es muy mala. No queda claro si es una máquina la que suena como humano o un humano que suena como máquina. Su vida es un modelo del consumismo contemporáneo, ¿quién no quisiera estar en la posición de él?, rico y cool. No pueden estar equivocados millones de mexicanos, ¿o sí? Yo me temo es un signo de nuestros tiempos, de la joven generación. Mucho se critica musicalmente el reguetón, pero domina en las masas. Digamos que estéticamente no necesariamente la mayoría tiene la razón. En su momento escribí sobre el fenómeno Despacito y su éxito, fue un fenómeno parecido. A Bad Bunny le tocó estar en el lugar y tiempo adecuado, tiene más astucia y desenfado que talento. Lo rápido tiende a dominar, sonidos rítmicos electrónicos de breve duración y mucha repetición. Así como con el texto, con la música, las ideas deben ser breves y elementales. Su sonido es sin duda el contemporáneo, encaja bien con el malestar. Una escapada a hacer lo que te dé la gana, pagas precio de rico y te sientes en el concierto un VIP. México es su principal consumidor, es preocupante. Tres horas para perrear y berrear, eso se consigue por boleto, de eso se trata finalmente. Víctimas del coloniaje gringo, eso son los boricuas, él su mayor exponente actual. Se vende como anti gringo y es más gringo que latino. Se coloca como guía espiritual y da consejos, él no durará mucho, el reguetón sí. ¡Ay, qué tiempos, señor don Simón!

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