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Eficiencia alemana

“La pregunta no es si podemos cambiar, sino si estamos cambiando lo suficientemente rápido.”Angela Merkel 

La eficiencia es aquel valor por virtud del cual se logran los mayores resultados (outputs) utilizando la menor cantidad de recursos (inputs). En los sectores público y privado se intenta cotidianamente hacer más eficientes sus procesos operativos mediante la innovación y tecnología. La finalidad: hacer más con menos. En este sentido, generar más a menor costo puede traducirse en la manufactura de un automóvil como la provisión de un servicio público como salud o seguridad.

Por supuesto, la eficiencia es valor supremo en el sector privado, una empresa siempre buscará tener mejores rendimientos al menor costo. En cambio, el sector público debe utilizar la eficiencia como herramienta accesoria para alcanzar y preservar el bien público temporal. Los gobiernos deben partir de la premisa que su labor no es lucrar sino de proveer servicios públicos de calidad. La eficiencia facilita esta provisión de servicios al hacer obligatorio el uso estratégico e inteligente de recursos. Un ahorro en recursos es eficiente si no degrada la calidad del servicio público y permite que el excedente se utilice para otros fines, sean innovar o reinvertir.

Desafortunadamente son pocos los gobiernos que pueden ser calificados como altamente eficientes, siempre habrá obstáculos humanos (conflictos políticos) y no humanos (fuerza mayor) que entorpecen estos procesos. No obstante, nuestros gobiernos indudablemente son más eficientes hoy que hace cincuenta años. Por supuesto, esto no es producto del ingenio de nuestra burocracia o clase política sino por la incorporación de la tecnología en gran medida.

Dentro de la categoría de gobiernos altamente eficientes podemos incluir al de Alemania. No sé si sabía querido lector, pero llevo dos semanas viviendo en tierras germanas. El estereotipo de eficiencia alemana quizá sea exagerado, pero tiene algo de cierto. Al llegar al aeropuerto de Berlín me hicieron una prueba PCR para detección del SARS-CoV-2; mediante una aplicación me enviaron mis resultados en unos días y fueron alimentados a una base de datos para fines de contabilización y rastreo. Por mandato legal, cada establecimiento en que te permanezcas más de cierto tiempo (restaurante, cine, bar) te pide llenar un documento con tus datos para notificarte en caso de algún contagio. Hasta ahorita he tenido suerte de no recibir ningún correo o llamada con malas noticias.

Basado en lo anterior, el gobierno alemán posee una gran cantidad de información respecto a la pandemia del coronavirus. Sus acciones se fundamentan en su amplia base de datos y son asistidas por la cooperación de establecimientos para comunicar cualquier brote. El resultado: 245,000 contagios, 9,371 muertes (3 muertes este martes) y la popularidad de la canciller Angela Merkel por los cielos.

La eficiencia es el ethos de la administración pública alemana. Es un aparato masivo con capacidad de respuesta y amplios recursos que son usados de manera estratégica y fiscalizada. La actual pandemia se manejo bien porque el gobierno alemán estaba preparado para cualquier crisis, sea sanitaria o económica. Ni el SARS-CoV-2, ni la crisis de refugiados, ni las recesiones europeas han sido suficientes para derrotar a la eficiencia alemana. ¿En México? La mediocridad e improvisación.

*El autor es abogado y estudiante de maestría en administración y políticas públicas.

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