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Derechos humanos derechosos

Mirando al pasado hemos de aceptar que durante décadas los estudios, justificación y de cierta forma el menú o registro de fenómenos adversos a la población quedaron etiquetados como exclusivos dejando de percibir, sincera o solapadamente, la presencia de otras manifestaciones hasta que por su consecuencia detonaron.

Mirando al pasado hemos de aceptar que durante décadas los estudios, justificación y de cierta forma el menú o registro de fenómenos adversos a la población quedaron etiquetados como exclusivos dejando de percibir, sincera o solapadamente, la presencia de otras manifestaciones hasta que por su consecuencia detonaron.

Ya fueran regiones azotadas por desastres naturales, fauna y flora a punto de extinguirse, contaminación generalizada, hambruna, migración y conexos; marcaron la creación de organismos públicos y privados locales, regionales y globales “preocupados” en lidiar para de menos moderar los estragos detectados.

Abunda recordar cómo el capitalismo depredador y sus fantoches aparatos de poder, ejemplo la Organización de Naciones Unidas (ONU) y resto de focas aplaudidoras, entre el vulgar rollo y la simulación han perpetrado, amén de cometer y dejar pasar las mismas villanías, el aumento de las mismas añadiendo un fortalecimiento destructor incalculable que, todavía más, paralelamente y con total cinismo encubrieron los paradigmas o modelos que citados, renglones antes, terminaron estallando dándole luz verde al cambio climático, desigualdad de género, explotación infantil, trata de personas, feminicidios, acoso por preferencias sexuales y otros similares donde sin duda el venero emerge de la pobreza y el despojo de multitudes.

Sirva la entrada anterior para salirle al paso a los llamados Derechos Humanos, su discursiva e implementación en la casi totalidad del “mundo civilizado” los cuales, se infiere, son instrumentos de protección y defensa de toda víctima abusada por el Estado, gobernantes y aparatos represivos profanadores de la ley como del carácter humano conculcado, vulnerado mediante precisas y funcionales prácticas agresivas que van del asedio a la tortura, cruzando por el brutal exterminio que resguarda la corrupción e impunidad.

Desborda mencionar, por lo mismo, que los oficiales o institucionales Derechos Humanos (repentinos casos al margen) asemejan una cortina de humo, el parachoques utilizado por el sistema y su régimen para encubrir los atropellos cometidos a la integridad física, derechos y libertades del sujeto ya que por encima de todo debe imperar la suprema autoridad u orden establecidos lo que, ante tamaño dilema, el freno impuesto a los encargados de representar y afrontar los Derechos Humanos por consigna o convicción se limitan a fingir hasta terminar victimizando a la víctima: El tormento y violación sexual perpetrada por policías del Estado de México (entonces gobernado por Peña Nieto) contra mujeres de Atenco; la emperrada defensa de aquellos depravados corrió por cuenta de los representantes de los Derechos Humanos.

No obstante las abominables y solapadas pesadillas harto denunciadas; el Poder oprobioso a confinado los derechos multicitados a lo individual o a un reducido conjunto de agraviados como si los actos inhumanos fuesen extraños a la perseverante explotación, pobreza lacerante o recurrente desigualdad social que grupúsculos políticos y oligarcas de orca mantienen en agravio de un reclamo que no escuchan ni atienden, y que ahora mismo para no acortar distancias, urgen a que sean arrojados pueblos enteros en obvio atraco económico a favor de la mafia del Poder: el Tren Maya y mega proyectos correspondientes así lo consignan.

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