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Depende de nosotros

Basándome en las evidencias al día de hoy intento abordar un par de asuntos.

Basándome en las evidencias al día de hoy intento abordar un par de asuntos. Empiezo con las vacunas. La realidad es que solo tenemos buenos proyectos, pero lejos de ser una realidad. Lo más aventurado es una vacuna china que se atrevieron a aplicarla a miles de militares hace unos días, esa será la primer gran apuesta. De las demás no esperemos nada concreto hasta el 2021 en el mejor de los casos, siendo optimista pienso tendremos una vacuna, o varias, hasta el 2022. De allí tiene que pasar otro año o más para demostrar su eficacia que lo más probable es que no sea al 100% o para mucho tiempo. Tendría que estar inmunizado el 70% de la humanidad para apagar el Covid, a eso le faltan años. Ni que decir sobre la posibilidad que, con tanto contagio, mute el coronavirus y a empezar de nuevo, aunque afortunadamente este no parece tener mucha propensión a mutar. No hay pistas para un rápido desarrollo de un fármaco útil en disminuir la gravedad y mortalidad, se intentan algunos existentes con pobres resultados.

El panorama es pesimista en los próximos dos o tres años, por ello no hay más que contenerlo con recursos conductuales, con educación sanitaria. La mayoría espera un cambio de rojo a verde en algún momento, no será así, estaremos dando aperturas y encierros hasta que no generemos una clara conducta que sea vigilada por los mismos ciudadanos, una forma de interactuar en donde quien se salga de ella sea sancionado de alguna manera. Un sometimiento a la situación pandémica con el menor costo social posible. “Nueva normalidad” no convencerá a nadie, hay que conseguir un espíritu como en las guerras, aceptar el sacrificio del desarrollo y el goce para ganar la batalla en menos tiempo.

Hay tres actividades que si podemos generalizarlas nos sostendrían lo menos peor posible, y con el menor número de muertes: distancia física, uso de máscaras y lavado de manos, hay medidas secundarias, pero estas tres son las que, cuando fallan, la curva de contagios y muertes sube. Además de respiradores, hay que garantizar camas, oxígeno y los fármacos del momento. El abasto de equipos protectores para los trabajadores en mayor riesgo de contagio es un pendiente global. Falta garantizar alimentación a los hambrientos, además es tener un ambicioso programa de protección a los más de doce millones de mexicanos con más de 60 años, tendría que ser un programa en casa, las residencias de la tercera edad son un riesgo mayor. Si lo anterior se logra entonces, y solo entonces, puede irse abriendo el comercio y el empleo no virtual, solo así podremos usar pruebas que nos sirvan para identificar infectados y aislar sus contactos.

* El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.

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