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Delincuentes premiados

En el increíble país en que vivimos suceden cosas que, si fuéramos realistas, deberíamos juzgarlas como de locos.

En el increíble país en que vivimos suceden cosas que, si fuéramos realistas, deberíamos juzgarlas como de locos. Lo que antes fue ficción y solo lo mirábamos en películas, ahora son hechos cotidianos que no nos alcanzan a preocupar o a hacernos la vida insufrible. Las escenas dantescas del cine, llenas de sangre y sevicia, son niñerías confrontadas con los asesinatos que se han efectuado en nuestro alrededor. Impacta saber y reconocer que los peores asesinos no surgen en las grandes ciudades, sino que fueron criados a nuestro lado, viviendo en la misma vecindad o colonia. Los saludábamos en la calle o cuando salían del tanichi de la esquina; los vimos ayudando a echarle agua y tierra a la casa que se quemó o corriendo, en la tarde, al salir de la escuela. Estos delincuentes se integraron a bandas delictivas, dedicadas al trasiego de enervantes o a otros delitos, y se especializaron en el sicariato. Muchos han muerto, otros andan envueltos en la violencia y los menos, están encarcelados. Tuvieron un destino corto y definido. No fue mala suerte, fueron malas decisiones.

Pero existen otros delincuentes a los que les ha ido muchísimo mejor y viven la vida, libres de pecado. Esos son los bandidos de cuello blanco. A ellos, los encargados de los asuntos judiciales, no los han investigado a pesar del cúmulo de pruebas que se han aportado para que se proceda. En Tecate tenemos varios de estos sujetos, uno de ellos, al cual se le está siguiendo la pista por su enriquecimiento inexplicable, es Juan Vargas Rodríguez. Fue presidente municipal y diputado local, distinguido por su enorme capacidad de levantar el dedo y su nula habilidad para crear leyes. Es considerado en la ciudad como uno de los poderosos propietarios de bienes raíces. En su último informe de labores, el desprecio de los burócratas locales fue más que evidente: le dieron la espalda durante todo el acto, lo insultaron y lo pusieron en ridículo.

Le sigue Javier Ignacio Urbalejo Cinco, expresidente también enriquecido de manera inexplicable, quien en su administración municipal dejó tantas dudas que se le promovió un juicio político, mismo que abortaron los diputados priistas, panistas y perredistas. Por el enorme descrédito que se agenció, logró unir en su contra a dos expresidentes municipales del PRI y dos del PAN apoyando el juicio político. A cambio de todo este oscuro pasado, su partido, el corrupto PRI, lo volvió a proponer como candidato a la presidencia municipal de Tecate, perdiendo vergonzósamente. Ahora quiere ser director de la Cespete y probablemente lo premien.

Posteriormente, tenemos a César Moreno González de Castilla, quien tiene una demanda penal por peculado y otros delitos. Pagó obras inconclusas y se exigió una investigación que no ha procedido. Sin embargo, fue premiado como delegado Estatal de Prospera, dependencia de la SEDESOL. Un enorme espaldarazo de Enrique Peña Nieto. A la corrupta Nereida Fuentes expresidenta también la han gratificado al no investigarla. Así están las cosas en Tecate, habrá que ver cómo también han recompensado a otros exfuncionarios corruptos del resto de las ciudades bajacalifornianas. A lo gobiernos municipales, estatales y federales no les interesa la legalidad, respaldan a los delincuentes. ¡Viva la anarquía! Vale.

* El autor es Lic. En Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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