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Del fraude a la decadencia

Ensayos que van desde hurgar la conducta humana (psicológicos) hasta ofrecer estudios culturales (sociológicos)... 

Ensayos que van desde hurgar la conducta humana (psicológicos) hasta ofrecer estudios culturales (sociológicos); han corrido la cortina en búsqueda de respuestas que aproximen, valoren y expliquen las fuentes que impulsan a los ciudadanos a no colaborar, y menos ser parte, de las periódicas jornadas electorales que, aún más sobresaliente, la mayoría con derecho a votar desatienden su facultad persuadidos de que “son los mismos de siempre”, “es gente corrupta” o “se trata de partidos constituidos por granujas…” lo cual acentúa, numéricamente hablando, una insignificante cosecha de sufragios provocando entre sus protagonistas (órganos electorales, medios de comunicación, partidos, candidatos y grupos de interés) desconcierto a causa de la magra participación ciudadana.

Merecedores de una concurrencia muy por debajo del 50 por ciento de votantes, la presumida democracia participativa-representativa, a más de onerosamente financiada con recursos provenientes de nuestros impuestos, de fuentes privadas “anónimas” o de ambas, por décadas han dado cuenta de sufragios tan desnutridos que la vía electoral contribuye escasamente en la vida democrática considerando, precisamente, la escatimada participación cuyo efecto motiva representaciones mafiosas, de espaldas a los intereses populares ya que sus compromisos responden a las elites y al estado de cosas dominantes suscitando, de 1940 en adelante, elección tras elección, la reproducción de un sistema despótico y perverso que ha hecho del fraude su inagotable fuente.

Manantial reproductor de una burguesía parasitaria que antes y después de las Leyes de Reforma el despojo, la desigualdad y concentración del poder político y económico se ha definido, perpetuado y justificado articulando la ley a fines electorales artificiales los que manipulados por principio detonaron inaudito desaseo, abuso, estafas y falacias de múltiples calibres (Pero) de sobra oportunos en cuanto correas capaces de someter a la sociedad civil simulando plebiscitos sindicales o de cualquier otro ámbito puesto que, los llamados procedimientos de elección, encaran agravios parejos pues el cordón umbilical utilizado para imponer a los vasallos del Poder (gobernadores, diputados etcétera) son réplica del mismo cordel.

Largo proceder electivo materializado por medio de la imposición por el mando puesto en manos del cacique, por voluntad del caudillo, determinado por un círculo de notables o, cosas de la modernidad, decidido por el Ejecutivo y subrayado con la ovación de los “dirigentes” del partido. Un fatigoso trayecto histórico que inaugurado en la consumación con la independencia; persistió en La Reforma; sentó reales durante el Porfiriato hasta perpetuarse con la dinástica familia priista y parentela del resto de los partidos políticos que alegres le acompañan por encima de colores y sabores.

Añosas huellas de comicios degradantes que hizo de la política un espantapájaros, de la clase política simples monigotes, de la ideología vulgar pragmatismo y del pueblo una masa amorfa e inmóvil donde el silencio es virtud y la protesta defecto ya que la negación de la negación, paso dialéctico de calidad, en la vida cívico-social brilla por su decadencia en el presente “proceso” bajacaliforniano y nacional marcados por la descomposición ética, política, partidista e ideológica…

*- El autor es diplomado en Periodismo por la UABC.

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