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Cuarentena

Un gran dilema ético apostar por medidas que contengan más al coronavirus con un alto costo en el bolsillo de ricos y pobres, o apostar por medidas que salven millares de vidas humanas haciendo un enorme sacrificio económico.

Un gran dilema ético apostar por medidas que contengan más al coronavirus con un alto costo en el bolsillo de ricos y pobres, o apostar por medidas que salven millares de vidas humanas haciendo un enorme sacrificio económico. Poco se habla de una tercera salida, implicaría reconsiderar el sistema. Si un país garantiza medicamentos y sortea el hambre mediante la adecuada repartición de alimento, ese país estará en capacidad de quedarse en cuarentena y aislar dentro su casa a los más vulnerables. No ha habido tiempo para pensar en la recuperación de un peor escenario. Las viejas ideas socialistas pueden tener eco con una versión siglo XXI. Garantizar alimento y medicamento significará, qué país queda más o menos afectado. Que los daños sean menores en muertes por coronavirus es más importante que conservar los corporativos actuales. En cuanto pase la ola probablemente cambiarán de dueño, pero reaparecerán. Los dueños de pequeñas empresas formales e informales volverán a competir, quizá en distinto lugar, depende del apoyo que reciban. El ingreso gubernamental para atenuar el costo socioeconómico debe estar al servicio de la mayoría, esto es algo a vigilar. No salvar a los ricos, no a costa de muchos pobres. Los muertos por coronavirus nunca renacerán. No queremos una generación marcada por la pérdida de un ser querido, una culpa por no haber tenido las mejores soluciones dentro de las respuestas de cada país a la pandemia. Los recursos, la densidad, el aislamiento físico, la geografía, el momento de pico de contagio y la capacidad de respuesta en el entorno determinan mucho el devenir de distintos grupos humanos. Ningún país podrá tener la cantidad suficiente de respiradores si sigue la velocidad de expansión actual, no es solamente un aparato, es un equipo humano de expertos e insumos para manipularlo. Lo más factible es que aparezca una prueba que demuestre inmunidad adquirida, haciendo una diferencia, antes de una vacuna o un tratamiento específico. El 20 de enero se leía en mi columna una advertencia sobre una posible pandemia. No parecía verosímil. Hablaba de miles de muertos, y escribía “tan novedoso es que, si se esparce, aún no sabemos lo suficiente acerca de él como para defendernos. Sucesos como este generan una sensación apocalíptica y han tenido históricamente mucha influencia en el ánimo y la ansiedad colectiva”. Estaba pesimista, lamento no haberme equivocado. Yo desaconsejo mucho lo que el gobierno sugiere hagamos para sobrellevar en familia estas semanas, por ejemplo: propongo no hablar más de lo usual en casa y conectarse virtual o telefónicamente con su círculo social habitual. Que cada hogar haga su mejor papel, cada uno encontrará su mejor manera. ¿Por qué la gran diferencia en número de casos entre San Diego y Tijuana?

* El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.

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