Cuando el pasado nos rebasa
Como en la moda del vestido, en política el pasado siempre es novedad. Siempre vuelve. Por decirlo coloquialmente, lo viejo es nuevo. Basta ver el gabinete presidencial, salvo su mejor opinión, como ejemplo insuperable.
Como en la moda del vestido, en política el pasado siempre es novedad. Siempre vuelve. Por decirlo coloquialmente, lo viejo es nuevo. Basta ver el gabinete presidencial, salvo su mejor opinión, como ejemplo insuperable.
Y así como lo hacen los señores y las señoras en las pasarelas de los centros mundiales de la moda, así lo toman y aplican de manera literal los partidos políticos…sobre todo cuando de mañas y malas costumbres se trata.
Es el caso actual de la organización llamada Morena y de sus funcionarios, la mayoría de ellos personajes que han pasado por todos los niveles, mandos y figuras de otros partidos a los que sirvieron y se sirvieron de acuerdo con sus posibilidades.
Hoy, el partido del presidente López Obrador trae un serio problema de cara a la realización de sus asambleas para la elección de consejeros, pues no existe un padrón de militantes y les urge cumplir con esa formalidad para darle legalidad a la elección.
Así que, pues nada mejor que regresar al pasado y rescatar los métodos tradicionales de obligar a empleados del gobierno a comprometerse a registrarse en el padrón no solo ellos, sino que, a por lo menos 20 personas en edad de votar entre familiares, amigos conocidos que se integrarán de inmediato a las filas morenistas.
Como comento al principio. No es nada nuevo, sino que ha sido una práctica común que inició seguramente en la época del Revolucionario Institucional y se adoptó, en su oportunidad, por Acción Nacional.
Lo nuevo aquí es que Morena y su líder moral nos habían ofrecido otra forma de hacer política. Además de la cantaleta falsa de no robar, no mentir y no traicionar, ofrecieron erradicar acciones que atentaran contra los derechos humanos y el respeto a la dignidad de las personas.
Y, señor presidente y señora gobernadora, senadores y senadoras, diputados y diputadas, alcaldes y alcaldesas, regidores y regidoras, delegados y delegadas, obligar a sus empleados a llenar las papeletas para inflar el padrón del partido en el poder, no solo es violatorio a la dignidad de las personas, sino denigrante y humillante para quienes, se supone, fueron contratados como servidores públicos por sus capacidades más que por sus lealtades y filias ideológicas.
Pero, así como se violentan los derechos humanos, se rompen las leyes. Total que para eso es el poder. Y si antes lo hacían en el PRI y en el PAN, ahora lo harán “porque no me salgan ahora con que la ley es la ley”, en Morena, que para eso son gobierno.
Y por eso, por sobre las leyes y reglamentos, se han designado como sedes para dichas asambleas a celebrarse el próximo sábado 30 de julio, varias escuelas primarias, secundarias y preparatorias técnicas de la entidad que son, por si no lo saben, edificios públicos cuya operación y mantenimiento, si lo tienen, es pagado con nuestros impuestos.
Así, como antes lo hicieron priistas y panistas, funcionarios morenistas utilizan los programas sociales y los recursos oficiales para movilizar a los beneficiarios para las entregas de tarjetas bautizadas con docenas de nombres, con colores y slogans atractivos, tomarles los datos y, soterradamente, comprometerlos a apoyar el proyecto de gobierno actual…ese que sí piensa en los pobres.
Funcionarios morenistas electos han sacado la chequera y sus habilidades operativas para ofrecer dinero para la organización, transporte y alimentación de quienes necesitan el apoyo social, a cambio de una copia de su credencial de elector y participen en las asambleas constitutivas. Y lo harán, no porque estén convencidos, sino porque requieren de ese apoyo, que tal vez no sea mucho pero que cubre parte de sus necesidades.
Así también, como en el pasado, a nivel nacional la oposición de antes, ejerciendo hoy el poder, recurre a la fortaleza de funcionarios emanados de su partido para retar abiertamente a las autoridades electorales para que, en nombres de las “libertades y la democracia”, se les permita seguir violando la ley, desviar recursos públicos, desatender sus obligaciones por la que devengan un salario y seguir haciendo campaña por todo el país. El desplegado publicado ayer habla por sí solo.
Como oposición, los que hoy están en el poder, denunciaron en cada oportunidad y en todas las instancias posibles los excesos cometidos por los gobernantes en turno. Mediáticamente hicieron escándalos que dieron la vuelta al mundo y mostraban el lado autoritario del gobierno mexicano. Articularon un discurso que, por un lado, acentuó odios y por el otro generó esperanzas. Y les funcionó.
El partido del presidente López hace exactamente lo mismo que tanto cuestionó de los gobiernos que le antecedieron y, si se quiere, peor. Después de todo, nadie mejor que su ejemplo autoritario para confirmar que a nuestro país el pasado ya lo alcanzó y, si se quiere, lo rebasó.
*El autor es periodista con 45 años de experiencia, licenciado en periodismo, asesor en comunicación y marketing político, consultor de medios
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí