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Crónica de una muerte anunciada

Recientemente, se anuncia una nueva fase del fallido proyecto SITT del que tanto hemos comentado en este espacio, cambiando de nombre, pero desgraciadamente, no de suerte.

Recientemente, se anuncia una nueva fase del fallido proyecto SITT del que tanto hemos comentado en este espacio, cambiando de nombre, pero desgraciadamente, no de suerte.

El problema más importante del transporte público de nuestra metrópoli es la sobre oferta de unidades ilustrado claramente en sus calles por miles de taxis, calafias y autobuses que pelean en las calles por los escasos pasajeros dispuestos a continuar utilizando el que ya ha sido considerado el peor sistema de transporte publico de México y Latino América.

Esta sobreoferta de unidades y escasez de pasajeros provoca que, al mover tan pocos pasajeros por unidad, la tarifa tenga que ser excesivamente alta para que salgan los gastos de operación de las unidades, renta de vehículos y placas, cuota sindical, dádivas a pseudo líderes, reparaciones, multas, gratificaciones, además de un poquito de utilidad para que el operador pueda llevar algo de dinero a casa. Uno de los índices que se utilizan para medir la eficiencia de los sistemas de transporte, es el Índice de Pasajeros por Kilómetro o IPK donde se estima que el valor para Tijuana es en promedio, menos de un pasajero por kilómetro. Para que comparemos, se estima que las peores rutas de microbuses en la ciudad de México tienen un IPK de 1.6 y las mejores 5.3 con un promedio para la CDMX de 3.7 pasajeros por kilómetro. El sistema análogo al SITT denominado Metrobús de esa misma ciudad transporta alrededor de 11 pasajeros por cada kilómetro recorrido.

Es por ello, que podemos afirmar que la solución al grave problema de transporte público de esta ciudad, está muy lejos de ser resuelto ya que la propuesta del nuevo servicio no especifica claramente la reestructuración de las rutas de la ciudad, la posible integración de otros operadores y el eventual y requerido retiro de la competencia sobre los corredores a atender; además, no se opera con un sistema de recaudo inteligente y no funcionan los semáforos del corredor principal que permitirían el cruce prioritario de las unidades en las intersecciones.

De hecho, además de lo arriba descrito, para empezar a solucionar el problema de transporte, hay que solucionar de fondo el tema económico y de negocio. El ahora “difunto” SITT de Tijuana, es el único sistema en el mundo donde se propuso -erróneamenteque a la empresa operadora de los autobuses se le pagara un porcentaje de lo recaudado y con ello sencillamente se le condenó al fracaso. En el 100% de los sistemas BRT como el SITT, el pago a los operadores del sistema se hace por kilómetro recorrido o en algunas excepciones por kilómetro recorrido más un factor relacionado al número de pasajeros atendidos. Esta forma de pago es la más justa, permite garantizar que los operadores presten el servicio con calidad, que obtengan las ganancias justas y que, al mismo tiempo, se atienda a los usuarios hasta en las zonas más apartadas o menos habitadas de la ciudad, ya que la remuneración del operador no depende del número de pasajeros que atiende sino de la cobertura cumplida y de la calidad del servicio.

Es también sabido que Tijuana tiene el transporte público más caro del país. Los tijuanenses nos gastamos alrededor de 8,000 millones de pesos en un precario servicio de transporte que, cuando lo comparamos con los 345 millones de dólares anuales que invierte el Metropolitan Transit System (MTS) de la vecina ciudad de San Diego en prestar el servicio de transporte público a todo el condado, nos queda claro que los tijuanenses ya gastamos demasiado.

Lo que tenemos que hacer para empezar a resolver, es una reestructuración profunda de las rutas donde se convoque a todos los permisionarios y concesionarios, buscando empatar la oferta y la demanda, además de modificar el modelo de negocio para pagarle a los concesionarios por kilómetro recorrido y así poder llevar el servicio a todos los rincones de la metrópoli para que los transportistas no se tengan que pelear por el pasaje y poder aspirar a tener el mejor servicio de transporte público de nuestro país. Suena fácil y se vale soñar; aquí lo podríamos lograr porque ya gastamos lo suficiente y el impedimento económico que dificulta la solución en otras ciudades no debería existir aquí.

Sabemos que a las autoridades que pronto se van, les faltó tiempo para buscar una mejor solución; pero a las que vienen les aseguro que, con liderazgo, voluntad y el ejercicio pleno de su autoridad, lo pueden lograr.

A los tijuanenses nos lo deben desde hace mucho tiempo y el futuro de la metrópoli depende de una oportuna solución.

* El autor es arquitecto tijuanense, pro ciudades compactas

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