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¿Cómo sustituir al prianismo-morenismo?

¿Cómo sustituir a los partidos como el PAN, en menor medida al PRI que está en franca extinción, y ahora también a Morena, que han resultado completamente fallidos a la hora de gobernar en la entidad?

Una de las preguntas más complejas que se impuso en Baja California después de la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que declaró como inconstitucional la intentona de cambiar el periodo de gobierno a cinco años cuando en las urnas se había votado por dos, es la siguiente: ¿Cómo sustituir a los partidos como el PAN, en menor medida al PRI que está en franca extinción, y ahora también a Morena, que han resultado completamente fallidos a la hora de gobernar en la entidad?

Un breve recuento de este largo proceso nos muestra que ninguno de estos partidos ha estado a la altura de las necesidades del estado. El PRI se mantuvo en el poder desde el momento en que nació la entidad (1953) hasta 1989 (36 años), conformando un largo proceso lleno de claroscuros o, mejor dicho, con más oscuros que claros. Con la salvedad de algunos gobiernos como el de Milton Castellanos, que se interesó por mejorar la infraestructura de la entidad, el resto se ajustaron a lo que entonces caracterizó al viejo régimen.

Al PRI lo sustituyó el PAN, como es sabido, manteniéndose en el poder 30 años, gobernando la mayoría de los municipios y con una relativa mayoría en el congreso local. Sus gobiernos tuvieron un inicio favorecidos por las grandes expectativas de cambio, pero luego se fueron extraviando y poco a poco se fue imponiendo la ambición y la mezquindad al interior de sus grupos políticos. El gobierno de “Kiko” Vega fue la expresión más acabada de ello, así como los diputados y varias réplicas en los gobiernos municipales.

En un balance más amplio podemos decir que, en manos del PAN y del panismo en general, la tan esperada y deseada “alternancia” en BC (y también a nivel nacional), que debería abrir un cauce más amplio a la democracia y a la pluralidad política, dejando atrás las prácticas y los vicios del viejo régimen priista, terminó en un rotundo fracaso.

Producto de ese fracaso creció la fuerza de Morena y en 2019 este partido inauguró la segunda alternancia en BC, ganando la gubernatura, todos los municipios y la mayoría en el congreso local. Pero, después de lo que se ha visto con su intención de modificar el periodo de gobierno, más otras acciones y visiones que emanan de su gobierno, es evidente que Morena no va a representar un cambio.

No hay que olvidar que Morena en BC (y a nivel nacional) se ha integrado básicamente por militantes o ex militantes priistas, por ex panistas y por corrientes y grupos oportunistas, sin mayor interés político que el de aprovecharse de la coyuntura política y como resultado de la desbandada que se ha producido en el resto de los partidos políticos.

Con Morena lo que hay no es un cambio sino un reciclamiento de la clase política que proviene del PRI y del PAN, conformando lo que podría denominarse como el prianismo-morenismo en Baja California, que empieza a seguir las viejas prácticas de los partidos anteriores y, lo más significativo, que se conforma por las mismas élites que han mantenido el poder en el estado.

¿Cómo romper este círculo vicioso en la próxima elección de 2021 de una clase política que no se renueva? ¿Cómo romper la fuerza de las inercias que dominan, incluso, a la inmensa mayoría de los votantes que en cada elección voltean a ver a los mismos candidatos de esta vieja clase política? ¿Cómo decirles o explicarles que están votando y eligiendo a los mismos pero ahora con nuevas siglas?

Un ejemplo de estas inercias o de este círculo vicioso que predomina en cada proceso electoral, son los nombres que surgen “espontáneamente” o de algún grupo o de un partido para ser candidatos: Jorge Hank Rhon, Amador Rodríguez Lozano, Marina del Pilar, Jorge Ramos, Mario Escobedo, y un largo etcétera.

Es decir, candidatos del prianismo-morenismo, pertenecientes a las élites económicas y políticas del estado, que no representan ningún cambio ni en el ámbito del gobierno ni en ningún otro, como lo comprueba la experiencia histórica y reciente de los tres partidos mencionados.

¿Cómo salir o superar este empantanamiento político en BC? Una forma es abandonar en la medida de lo posible el fuerte impulso a “personalizar” la política, la creencia que la alternativa está sólo y exclusivamente en los candidatos y no en sus propuestas, en sus programas e ideas, en lo que representan desde el punto de vista de la política y la democracia.

Es difícil, pero es necesario. Si los electores, si los partidos y los grupos de la llamada sociedad civil no caen en cuenta que para lograr un cambio político y de gobierno se requiere superar el círculo de la vieja clase política, es decir de los mismos candidatos y los mismos partidos, no habrá nunca un cambio.

Habrá un reciclamiento de la misma clase política.

* El autor es analista político.

Versión extendida del presente artículo disponible en www.elimparcial.com/tijuana

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