Cómo iniciar una revolución de verdad
Pocos se han dado cuenta que ni el discurso más simplón del socialismo, ese que nomás arenga y promete oportunidades de empleo, paradójicamente se sustenta en la creación de oportunidades a partir de la iniciativa, riesgo y talento de los emprendedores.
Pocos se han dado cuenta que ni el discurso más simplón del socialismo, ese que nomás arenga y promete oportunidades de empleo, paradójicamente se sustenta en la creación de oportunidades a partir de la iniciativa, riesgo y talento de los emprendedores. El comunismo es la excepción; ese sostiene que sólo el Estado debe brindar y controlar las fuentes de empleo. No veo todavía en México este último escenario, pero uno nunca sabe. Dicen que se empieza con el socialismo, pero no quiero especular. El emprendedor es la pieza central para lograr el desarrollo económico de cualquier sociedad, no he dicho que sea ni la única pieza ni el único recurso, digo que es el centro de la dinámica porque es quien finalmente gestiona a todos los elementos de su entorno para lograr su objetivo. Por “elementos de su entorno” me refiero al Ecosistema Emprendedor. Ahora que el espíritu revolucionario domina la palestra oficial y que la cuarta transformación de México es el camino para lograr salir adelante, ¿no sería interesante iniciar una verdadera revolución sobre cómo los gobiernos tradicionalmente han concebido al desarrollo económico? Por décadas, motivado principalmente por intereses, poca visión o corrupción, los gobiernos han organizado la gestión del desarrollo a partir de verticales. Me explico: de manera tradicional se ha organizado el gobierno a través de temas muy específicos como el campo, la industria, la educación, la banca, etc. de forma vertical, como columnas o pilares para lograr un supuesto desarrollo, cuando en realidad lo que ha funcionado en otras sociedades ha sido el derrumbe de esas columnas para convertirlas en mesas, pisos o plataformas para emprender y crecer. Una de las coincidencias entre el capitalismo y el socialismo es que ambas dicen buscar el desarrollo y la productividad a través del trabajo, desafortunadamente en los detalles es donde todo se complica y cada uno parte por su lado. Aún así lo sostengo: sí es posible iniciar una revolución con todos a través de la generación de oportunidades, empleo, innovación, creatividad y ciencia. ¿Cómo la iniciamos? 1.- Identificando los cinco sectores que intervienen directamente en el emprendimiento: el sector educativo, los gremios empresariales, las iniciativas de soporte como incubadoras y aceleradoras, el sector financiero y las políticas públicas enfocadas en incentivar la inversión. 2.- Comprendiendo y definiendo una política de desarrollo económico partiendo del emprendedor como persona central y utilizando a los sectores como plataformas verticales, no como pilares horizontales. 3.- Aterrizando esta nueva visión en políticas pública bien enfocadas. Esto implica cambiar varias dependencias del gobierno y revisar los reglamentos para facilitar el emprendimiento. 4.- Creando una mesa donde se gestione la participación entre los sectores, primero reconociéndose ellos mismos y después interactuando con los demás elementos del Ecosistema. 5.- Dejando que, bajo la protección y regulación del Estado, sea el emprendedor quien genere valor y desarrolle libremente sus iniciativas. ¿Podría ser esto el inicio de un Instituto del Emprendedor Bajacaliforniano? Tal vez, aunque una estructura burocrática más no sería lo ideal; pero tal vez sí una estructura diferente, articuladora, no jerárquica y temporal en cuanto a la dependencia económica del gobierno. Quedará esto al talento y visión de los nuevos funcionarios, estará en ellos iniciar una revolución de verdad, una revolución en la que estaríamos todos peleando… pero no unos contra otros sino juntos contra la pobreza, la ignorancia y el desempleo.
* El autor es Director de Testa Marketing
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