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Año nuevo

El Año Nuevo es la más antigua y universal de las festividades religiosas. Curiosamente, su historia comienza en una época en la que aún no existía un calendario anual.

El Año Nuevo es la más antigua y universal de las festividades religiosas. Curiosamente, su historia comienza en una época en la que aún no existía un calendario anual. El tiempo transcurrido entre la siembra y la cosecha representaba un año o ciclo. La fiesta de Año Nuevo más antigua que se ha registrado se celebraba en Babilonia, cuyas ruinas se alzan cerca de la ciudad de Al-Illah, en Irak, se situaba a fines de marzo, en el equinoccio de primavera. Tanto desde el punto de vista astronómico como del agrícola, enero es el peor tiempo para comenzar simbólicamente un ciclo agrario o Año Nuevo. Según el antiguo calendario romano se consideraba el 25 de marzo, el comienzo de la primavera, como el primer día del año. Sin embargo, emperadores y altos funcionarios alteraron repetidamente la longitud de meses y años para ampliar el tiempo de sus mandatos. Las fechas del calendario guardaban tan poca sincronización con los hitos astronómicos en el año 153 a.c. que el senado romano declaro el 1 de enero primer día del año estableciéndose tradicionalmente y conservado por el calendario juliano y el posterior gregoriano que nos rige hasta la fecha. El monje Dionisio el Exiguo harto de que los años se siguieran contando desde la asunción al trono del emperador Diocleciano, dado que éste había perseguido con furia a los cristianos, aprovechó el nuevo calendario para hacerlo a partir del nacimiento de Jesús. Tras establecer que el Niño Dios había nacido el 25 de diciembre del año 753 ab urbe condita (es decir, desde la fundación de Roma) decidió que el año uno de nuestra era coincidiera con el 754 AUC. Fue el papa Gregorio XIII quien lo ratificó en 1582 para todos los países católicos. Luego, poco a poco, las restantes naciones lo incorporaron (los rusos fueron los últimos, en 1917) y así también se aceptó en todo el mundo que el año comenzara el 1 de enero y no el 21 de marzo o el 1 de abril, como solía serlo en los viejos tiempos. Otros pueblos celebran su año nuevo en otras fechas, en función de sus propias tradiciones históricas o religiosas; el Rosh Hashaná (cabeza de año) judío empieza en el mes de Tishrei del calendario hebreo, transitaran el 5782, que establecieron a partir de la supuesta fecha del nacimiento de Adán que equivale a septiembre u octubre del gregoriano; y el Año Nuevo musulmán, cuyo almanaque comienza con la huida de Mahoma a Medina en el año 622, le restan esta cifra al año gregoriano para saber en cuál viven: 1399, como obedece a un calendario lunar, puede caer en cualquier mes gregoriano. El Año Nuevo chino inicia con la primera Luna nueva de Acuario ellos vivirán en el año 4718 y el 2021 será año del buey, comenzará el 12 de febrero 2021. El 2020 lo recordaremos como el año de los desastres naturales, del terror, de la enfermedad y de la muerte por la pandemia, en que lo negativo era positivo, el de la caída del petróleo, el del desempleo, pero también el año en que un solo hombre tiene otros datos, el de la caída económica, el año en que se arruinaron todo tipo de festejos, bodas, conciertos, bautizos, graduaciones y convivencias familiares, también perdimos familiares y amigos cercanos, pero no perdimos ni la confianza ni nuestros sueños. El 2021 no nos quitara nuestras ilusiones, ni mucho menos nuestras metas, es tiempo de desquitarnos, vamos por él, cuidemos nuestra salud, elijamos a los candidatos a diputados, alcaldes y gobernadores capaces y no por aquellos que abandonaron el barco en plena pandemia para lograr una mejor posición personal, somos dueños de nuestra felicidad, hagamos que así sea por el bien de nosotros y del país.

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