Al borde de la muerte
Existen muy pocos asuntos a los cuales podemos asegurar con precisión lo que les depara el destino, por ejemplo, todo lo que está vivo deberá morir; el agua liberada en una loma seguirá la pendiente hasta llegar a una zona plana donde se estancará; estas y otras muchas cosas tienen un final determinado.
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Existen muy pocos asuntos a los cuales podemos asegurar con precisión lo que les depara el destino, por ejemplo, todo lo que está vivo deberá morir; el agua liberada en una loma seguirá la pendiente hasta llegar a una zona plana donde se estancará; estas y otras muchas cosas tienen un final determinado. Existen más ejemplos con un final previsible, aunque el tiempo tiene un factor decisivo. En el caso concreto de los partidos políticos que conforman la oposición al partido en el poder (PAN, PRI y PRD) tienen sus días contados, pero no se les puede fijar una fecha específica. Las próximas elecciones por la Presidencia de la República determinarán el futuro de estas instituciones. Yo confío en que conservarán su presencia activa en localidades específicas, si logran ganar presidencias municipales y/o gubernaturas. No obstante, estos partidos políticos van a sucumbir. El PRD está al borde de la muerte y será el primero en experimentarlo.
El PRI, que siempre estuvo conformado mayoritariamente por oportunistas, busca chambas y promotores de la corrupción, resintió la fuga inmediata de sus militantes, cuando López Obrador terminó con su hegemonía de más de setenta años de mal gobierno. Todas las triquiñuelas que inventaron y explotaron durante sexenios, que después fueron adoptadas por el partido de la alternancia (PAN), solo les sirvió para, prácticamente, legalizar el peculado que hizo millonarios a los funcionarios de elección popular de estos partidos. La desvergüenza con la cual se protegían unos a otros, marcó la línea divisoria entre funcionarios honestos y malversadores de fondos públicos.
Tanto en el PRI como en el PAN, los miembros activos inconformes con estas conductas delincuenciales, prefirieron renunciar a la militancia que seguir apoyando a malvados. En ese mismo orden de ideas, los priístas y panistas oportunistas, en cuanto perdieron de manera abrumadora, corrieron a postrarse a los pies de Morena. Hasta allí les llegó el orgullo de ser militantes añejos, porque su ideario político partidario fue siempre el chambismo oportunista. Por consiguiente, este partido sí tiene sus días contados y en las elecciones del Estado de México, cuando
pierda escandalosamente, también se estará sepultando para siempre. El presidente nacional del PRI, Alejandro Alito Moreno, ya provocó un sisma al apoyar la permanencia del ejército en las calles, que era una de las máximas oposiciones que el bloque opositor tenía con el actual gobierno de la república.
El PAN no está muy lejos de perder su registro por el abandono de su militancia activa. Los gobiernos alternantes de Fox y Calderón, no hicieron ninguna acción extraordinaria que los ubicara positivamente, dentro de la doctrina política de su partido y de su militancia. Al primero le quedó corto el espacio, porque no pudo conservar las simpatías que lo llevaron al poder, pues prefirió enriquecerse que mejorar las condiciones generales de nuestra nación; y al segundo, le afectó fuerte su guerra contra los carteles sin una estrategia previa. Pareció ser que se le ocurrió un día la idea y sin más, les declaró la guerra. Así nomás.
La parte demoledora es que el PRI se está dividiendo en varios frentes, que, aunque fueran solo dos, los efectos son aniquiladores. Si internamente reciben un fuerte golpe, el efecto al exterior y en relación con la alianza de oposición, beneficia directamente a Morena, que no muestra signos vigorosos de descomposición. Con estos escenarios se refuerza la idea de que la coalición de oposición solo fue de los dirigentes, pues su concreción en votos efectivos no solventó una fuerza efectiva ni decisiva.
Tenemos como país un compromiso con nuestro futuro inmediato. Hay muchas cosas que arreglar, pero fundamentalmente, es la inseguridad que se produjo con la ingobernabilidad, creada por regímenes valemadristas, que se dedicaron a corromper y a saquear las arcas nacionales, haciendo caso omiso a la violencia y la delincuencia. Mientras que esa sea la idea central y efectiva, como sucedió antes y sucede ahora con Morena, no podremos esperar futuro próspero y tranquilo. Morena puede también tronar porque habemos muchos ciudadanos inconformes y apartidarios, que no nos creemos todo. Vale.
*El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC
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