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AMLO entre la fantasía y la realidad

El segundo informe de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador llegó en un momento en que varios de los indicadores sociales y económicos del país apuntan hacia una de las crisis más agudas que se hayan experimentado, incluso más grave que la de los años treinta en México.

El segundo informe de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador llegó en un momento en que varios de los indicadores sociales y económicos del país apuntan hacia una de las crisis más agudas que se hayan experimentado, incluso más grave que la de los años treinta en México.

En lugar de abordar esta situación durante su informe, López Obrador prefirió darle la vuelta y pintar un panorama lindando con la fantasía. En cuanto a la crisis el presidente dijo: “ya pasó lo peor y ahora vamos para arriba. Ya estamos empezando a crecer”, cuando en realidad todavía no llega lo más grave de esta situación.

La mayoría de los diagnósticos nos hablan de que la recuperación de la economía será muy lenta, llevándose probablemente hasta 2 o 3 años, un periodo en que aumentará la pobreza y el desempleo, y las condiciones sociales, familiares y personales de millones de ciudadanos tenderán a agravarse.

Cuando abordó el problema de la inseguridad, sobre el que basta observar a través de los noticieros y las primeras planas de los diarios en varias ciudades del país cómo está cobrando auge incluso en medio de la pandemia, el presidente dijo: “ya no manda la delincuencia organizada”; “ya no hay torturas, desapariciones ni masacres”; contradiciendo la realidad de todos los días, como la de Cuernavaca ayer.

“Hemos avanzado en el combate a la delincuencia” dijo el presidente, pero salvo algunos casos aislados (como la aprehensión de “El Marro”, etcétera), los grupos de la delincuencia organizada hacen a diario aparatosos despliegues de fuerza en plena luz del día. Es evidente que no hay ninguna estrategia por parte del gobierno, cosa que se está aprovechando para crecer y extenderse de parte del crimen organizado.

Es obvio que los temas centrales de AMLO son otros, la mayoría de carácter político o que refuerzan la imagen del presidente, sostienen la popularidad y permiten mantener cohesionados a sus seguidores y simpatizantes. Los temas “álgidos” que tiene el presidente en su agenda van desde la rifa del avión presidencial, el juicio a los ex presidentes, los casos de corrupción denunciados por Losoya, hasta el desafuero al presidente y otros parecidos.

López Obrador cuando se dirige al país en sus informes, o en sus mañaneras o en cualquier otro foro, no se dirige a todo el país o a toda la población, lo hace sólo a un sector que, de acuerdo con él, es el de los pobres. Es a ellos a quien les dice que “todo va bien”, que se está avanzando y que la 4T está alcanzando sus propósitos.

No se ha entendido o no se escucha bien para algunos, pero López Obrador no gobierna para todos, sino sólo para “los pobres”. Así lo ha dicho varias veces pero no se ha comprendido cabalmente. Decir que gobierna sólo para los pobres implica, en estricto sentido, que el resto de la población no interesa o no ocupa un lugar central en sus preocupaciones.

Al hacer un gobierno de y para los pobres, según sus palabras y su concepción, AMLO cuida que este sector no sufra los embates de la crisis ya sea a través de los programas sociales como a través de otros mecanismos. Se habla de una población de 23 millones de familias beneficiadas hasta ahora. Que son la población a la que se dirige López Obrador cuando ocupa la tribuna pública.

Cuando otros sectores u otros grupos de la población cuestionan los proyectos principales del gobierno de AMLO, así como la prensa y los analistas críticos, éste reacciona con una furia inusitada porque cree, así lo supone, que los que critican y se oponen (los grupos conservadores, los intelectuales, etcétera) es a que haya un gobierno que ayude a los pobres, como el suyo. Y si se oponen, es porque son neoliberales.

En su informe, el presidente dijo que “hoy –bajo su gobierno- se garantizan las libertades y el derecho a disentir”, pero es algo que no está apegado a la verdad. Es evidente que a López Obrador le incomoda la crítica de la oposición y la disidencia de los intelectuales, así como la opinión de los especialistas. Le gusta la uniformidad, el pensamiento único y las alabanzas al gobierno.

No acepta que la ruta que adoptó en esta perspectiva que entraña la igualdad social y la creación de mejores condiciones de vida para los más pobres, es errónea absolutamente, es paternalista y autoritaria. Es puro fuego de artificio, una forma de mentir a la gente y de ofrecerle un placebo temporal mientras dure su gobierno, porque después, los pobres volverán a ser igual de pobres.

Esta es la tragedia del gobierno de AMLO, del país y del resto de la población que están viendo calladamente todo, y en buena medida porque nadie o muy pocos tienen autoridad moral para hacerlo. Y apenas es el segundo…

*El autor es analista político.

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