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¿A quién amenaza el feminismo?

El feminismo o el movimiento de las mujeres en general amenazan, en primer lugar, al sistema patriarcal que domina en las relaciones sociales y que está incorporado o arraigado en un conjunto de hábitos, de creencias y visiones sobre las mujeres en una sociedad como la mexicana.

El feminismo o el movimiento de las mujeres en general amenazan, en primer lugar, al sistema patriarcal que domina en las relaciones sociales y que está incorporado o arraigado en un conjunto de hábitos, de creencias y visiones sobre las mujeres en una sociedad como la mexicana.

Pero en segundo lugar, el movimiento de las mujeres ahora también representa una amenaza para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador porque choca frontalmente con las concepciones conservadoras que tiene sobre las mismas mujeres y sus derechos fundamentales entre ellos, por ejemplo, el derecho a decidir sobre su propio cuerpo.

Lo que hay, entonces, es un profundo desencuentro entre un movimiento justo como el de las mujeres y la visión de un gobierno que, contra lo que podría suponerse, no comparte la perspectiva del feminismo. No la comparte pero no se atreve a decirlo claramente. Acusa a las mujeres de recurrir a las manifestaciones violentas, pero en realidad de lo que está en contra es de todo su pensamiento y sus demandas principales.

AMLO y Morena en general han manifestado a lo largo de este tiempo una visión tradicional sobre la familia y sobre la mujer, muy cercana a la que tiene la Iglesia católica y algunas corrientes del evangelismo, con los que ahora el gobierno de López Obrador está aliado. Ambos son un referente constante en el discurso de AMLO, en contraste con el pensamiento de la izquierda o del liberalismo en general.

Para López Obrador, aunque no se atreve a decirlo con todas sus letras, la mujer debe seguir jugando el mismo rol de siempre, quizás sí aspirar a tener más derechos sociales, pero dentro de cierto marco en el que no se rompan las relaciones tradicionales en la familia y la sociedad.

En el caso específico, por ejemplo, de la violencia y los altísimos niveles de feminicidios que hay en el país, que incluso han tendido a aumentar en este año, el gobierno de López Obrador se mantiene casi impasible o con medidas que no han dado resultados hasta ahora, pensando seguramente que son problemas que se van a resolver cuando se abata la desigualdad social, como igual lo piensa para los jóvenes.

Todos estos movimientos como el de las mujeres pero también otros como los de las víctimas de la violencia, los desaparecidos, el de los médicos y enfermeras por sus malas condiciones laborales y la escasez de algunas medicinas, los movimientos campesinos, etcétera, son incómodos para el gobierno de López Obrador porque, en esencia, cuestionan sus estrategias y su falta de resultados.

Para López Obrador no puede haber un movimiento social o político que le exija demandas desde una determinada problemática social, como los mencionados, porque eso es ponerse en contra de su gobierno que, justamente, quiere ser visto como un gobierno preocupado por los problemas sociales.

La fórmula para contrarrestarlos, que fue muy propia de los gobiernos priistas y panistas en años pasados, es acusarlos de que hay “intereses ocultos” detrás de sus movilizaciones cuyo único fin es “desestabilizar” al gobierno, con lo cual elimina su legitimidad y la justeza de sus demandas. Es lo mismo que hicieron los gobiernos reaccionarios del viejo régimen para bloquear los movimientos sociales.

López Obrador prefiere que haya movimientos como los de Frenaaa, claramente antagónico por su signo ideológico y conservador, porque desde su perspectiva eso le da incluso más realce a su gobierno, pero no que haya movimientos que se inscriban en el campo de la izquierda o que vengan de otras reivindicaciones más duras como las feministas o las víctimas de la violencia que reclaman cosas sobre las que este gobierno tiene otra concepción.

En pocas palabras, para AMLO no puede existir ningún movimiento social o político que intente ir o moverse por fuera de los carriles establecidos por el gobierno, ya sea que abandere un discurso sobre derechos humanos o derechos de las mujeres, como la despenalización del aborto y otros, o a favor de las víctimas de la violencia, de los campesinos, etcétera.

En este conflicto lo que está en juego es una disputa sobre las “causas” de los problemas sociales. Lo que AMLO quiere cambiar y martillar en su discurso social y político es que las causas no son las que reivindican estos movimientos, sino otras como la desigualdad social, que requieren otras medidas para resolverlos.

Porque este es el fondo del asunto. Lo que AMLO busca que prevalezca antes que todo es la visión conservadora sobre los problemas sociales, sobre la mujer, la familia, los derechos, la igualdad, el bienestar, la felicidad…Esta es la 4T.

*El autor es analista político.

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