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2021, la nueva esperanza

Por fin terminó el año más terrible de los últimos tiempos. Y entramos a un nuevo año que nos trae nuevas esperanzas. Pero las esperanzas no se realizan si no tenemos fe. Pero a esa fe, tenemos que agregarle lo que nos toca a cada uno de nosotros, de trabajo físico, mental y espiritual.

Por fin terminó el año más terrible de los últimos tiempos. Y entramos a un nuevo año que nos trae nuevas esperanzas. Pero las esperanzas no se realizan si no tenemos fe. Pero a esa fe, tenemos que agregarle lo que nos toca a cada uno de nosotros, de trabajo físico, mental y espiritual.

El año pasado, lo transcurrimos con problemas, que empezaron a agobiarnos. Y la fe que aparentemente tenemos, comenzó a desaparecer, pues es muy sencillo tener una actitud agradecida, esperanzadora y feliz cuando todo marcha bien; pero lo más importante es poder mantenerla cuando las cosas empiezan a ponerse difíciles. Es necesario tener fe. Esa fe, nos inspirará a ser mejores, nos dará fuerzas y voluntad para sacar adelante este problema de la pandemia del Covid19.

La fe es un ejercicio para el espíritu en el que nunca debemos dejar de estar alertas. Mientras pasemos por buenos momentos, hay que potenciar valores como la bondad, la empatía, el respeto, la fidelidad; y en los momentos difíciles, no deberíamos de dejar de reflexionar, meditar, perdonar y también agradecer por la oportunidad que tenemos de aprender y crecer. Una manera de mantener la fe y la esperanza es rodearnos de personas positivas y asertivas, y siempre reflexionar de temas profundos, como los valores de la vida y el servicio al prójimo. Por el contrario, la mejor manera de perder la fe, es estar viendo, sobre todo en las redes sociales, la cantidad de temas negativos que comparten gente oscura, criticando, ofendiendo, tergiversando, dando noticias falsas, etcétera.

Pero nosotros estamos iluminados por la vida espiritual. Por lo tanto, sabemos que la única realidad por la que vale la pena insistir y luchar, es por alcanzar la Verdad. Orando podemos conseguir lo que queremos, pero es necesario poner lo que nos toca. Para creyentes y no creyentes, la energía más maravillosa y especial que existe en el mundo, es la Fe, que se compone de amor y esperanza.

Recordemos que el grado de felicidad, fe, amor y esperanza que tengamos en nuestra vida, dependerá solo de nuestras decisiones. Así que siempre decidamos por el bien. Sólo hace falta el pensamiento creativo y positivo, y nuestra conexión con el todo universal, para que empecemos a reconocer los grandes milagros que tenemos, más los que irán apareciendo en el camino. Abriendo nuestro espíritu noble, abriremos los ojos a la bondad y a la misericordia, para poder experimentar paz, tranquilidad y confianza.

La fe y la esperanza son las dos formas que tiene el ser humano para encontrar respuestas con las que se sienta cómodo, que le sean creíbles y accesibles, para tolerar aquellas que son dolorosas, inexplicables, repentinas. La fe y la esperanza también dan valor para enfrentar momentos de duda, de miedo, de incertidumbre o de ansiedad, con una fortaleza mucho mejor construida. No depende de si uno cree en un dios o en alguna entidad divina, sino que depende de la fe que uno desarrolle en sí mismo.

*- El autor es asesor administrativo, presidente de Tijuana Opina y Coordinador de Tijuana en Movimiento.

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