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El Imparcial / Columnas / Columna Tijuana

13 de agosto de 1521

Somos lo que hacemos

Ayer se cumplieron 502 años de la caída de Tenochtitlán, fecha considerada como fundacional de nuestro país; erróneamente considerada como la conquista de España; nada más equivocado; fueron castellanos y extremeños los europeos que ese año junto con tlaxcaltecas hicieron capitular la capital del imperio azteca junto con la complicidad del mayor enemigo posible, la viruela, responsable del mayor número de muertos que se hubiera conocido hasta entonces.

Moctezuma, el Tlatoani azteca se reunió por vez primera con Cortés el 8 de noviembre de 1519, él hizo todo lo posible por agradarle rogándole no llegara a Tenochtitlán, le colmó de regalos, esclavos, mujeres y ofrendas que finalmente provocaron un mayor deseo por avanzar ávido de conquistar territorios tan ricos y vastos; en ello encontró pueblos cansados del sometimiento asfixiante de “los hijos del sol” y con ello cientos de miles de soldados deseosos de saldar años de agravios y atropellos. En adición a la viruela fueron los vasallos de Cholula, Huejotzingo, Tlaxcala, Cempoala, Texcoco, Culhuacán, Azcapotzalco los que por la fuerza tomaron, junto con menos de 1,000 europeos la “capital del imperio mexica”

Somos hijos de la contradicción, seguimos asumiéndonos como víctimas de la conquista española, hijos de la chingada representada por Malintzi, la Malinche, la traidora que prefirió ser la madre del bastardo que Hernán Cortés tuvo con ella antes de entender que lo que fue, fue una mujer valiente, adelantada a su época que tuvo la capacidad de convertirse no sólo en amante, sino en consejera política del hombre que cambió el rumbo de nuestra historia. Seguimos victimizándonos sin entender que somos el resultado del encuentro de dos culturas opuestas, nos asumimos antagónicos, aunque nos percibimos hijos de la Virgen de Guadalupe, poco importa que la madre morena se hubiera aparecido casi dos siglos antes en Extremadura solicitando se le construyera una ermita para iniciar su culto, por cierto, patrona de la expedición de Cortés por nuestras tierras.

Somos la contradicción del hubiera y de lo que resultó ser producto del encuentro del cristianismo europeo y la cultura preponderante en Mesoamérica, el pueblo mexica tenía poco menos de dos siglos de dominación, no alcanzaron el refinamiento de la cultura Tolteca, pero si la superioridad militar que le permitió asfixiar a los pueblos que fueron contemporáneos a su dominio.

510 años después seguimos presentándonos como víctimas, no hemos asimilado que somos el resultado de dos visiones y cosmogonías diferentes que dieron como resultado nuestra grandeza cultural, con nuestros errores y aciertos, con la voluntad que nos ha hecho gigantes pero con la mezquindad de sabernos divididos ante las mejores causas; somos la contradicción del hubiera y del debiera ser, somos la potencia de lo que no ha sido y la reducción que nos resume como el cangrejo que no le permite a los demás salir del balde en el que nos encontramos; somos el pueblo que desea ser robado por políticos pero que añoramos que sólo sea poquito, somos la idea que puede potenciar nuestro futuro pero que sigue anclada a las taras de nuestro pasado. Seguimos siendo producto de nuestras contradicciones, por eso López Obrador sigue dividiéndonos, por eso es imperante que mandemos al diablo al mesianismo que sigue atándonos a nuestro pasado. Debemos de cuestionarnos el futuro que queremos #MiVotoNoSeToca

*- El autor es empresario, ex dirigente de la Coparmex Mexicali.

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