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Termómetro mental

De pronto el mundo parece lleno de genocidios de los que casi no se habla, pero en cambio sí de noticias exóticas como los asesinatos políticos a la James Bond. En Inglaterra colocan al venenosísimo Novichok y culpan a los rusos como en la guerra fría. En Turquía desaparecen a un opositor periodista saudí en su consulado. Desaparecen en China un jefe de la Interpol. Al mismo tiempo suceden genocidios como el caso de la etnia china Uigur que es sometida al grado de tener a más de un millón en campos de concentración oficiales y públicos. O los casos de los budistas en contra los Rohingya en Myanmar, o a los Nuer en Sudán del Sur, o a los Darfuris en Sudán. Solemos ignorar los genocidios contemporáneos, ¿por qué?, por lo lejos que están. Si lo padeciéramos en una cultura occidental sería un gran escándalo, pero tratándose de eventos distantes geográfica y culturalmente, se ignoran. Pero hay más en juego que la distancia. ¿Cómo nos verán en el extranjero? Si revisamos los reportajes en occidente encontraremos a México encabezando las noticias más macabras, no es poca cosa. Parece que ellos se horrorizan más con lo nuestro que nosotros mismos. Un cadáver mutilado arrojado a la vía pública es parte de nuestro paisaje cotidiano, a nosotros nos llama más la atención algún asunto de Luis Miguel. Enterarse, saber que, fulana o fulano de la farándula se enojaron puede ser mucho más del interés público que varios decapitados en una calle de tu ciudad. Hay otros factores tan diversos como el racismo o la frivolidad que pueden afectar una noticia. Por ejemplo, cuanto más blanca sea la víctima mayor impacto tendrá. La “notitia” romana era lo que se hacía del saber público. Será noticia para la mayoría lo que toque los intereses de ese grupo, y esos intereses están manipulados mediante los medios electrónicos. La red ofrece todo el saber en las manos, pero más impacta lo que nos mandan que lo que busquemos. El trabajo intelectual serio, como el periodístico y el científico intentan no estar bajo estas influencias, pero la mayoría de la población mundial lo está. La mayoría es el gran consumidor y objeto del control financiero y político. La información fluye explosivamente al mismo paso que la cultura se desploma. Los intereses de la mayoría determinan su conducta consumidora, y eso cuenta mucho. Los intereses y actitudes mayoritarias pueden también ser manipulada por la política, esta nueva caravana centroamericana sospechosamente viene como anillo al dedo a los republicanos americanos en sus próximas elecciones generando fobia y rechazo. Nos alejamos más y más de una empatía global, pensamos más y más regionalmente. El internacionalismo fue el gran sueño del siglo XX. * El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.

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